Turismo: no matar a la gallina de los huevos de oro

La mejora de los productos turísticos de Andalucía debería contemplar un mayor cuidado de la autenticidad de la oferta

El año que acabamos de dejar atrás ha sido uno de los mejores de los últimos tiempos para la industria turística andaluza. A la espera de los datos definitivos, podemos decir que se han alcanzado las cifras récord de los 28 millones de visitantes recibidos y de más de 50 millones de pernoctaciones en nuestros hoteles. En general, el turismo ha vuelto a los números anteriores a la gran crisis económica que se desató en 2008, algo que sólo se puede considerar como una buena noticia en una comunidad como la andaluza, cuya economía tanto depende de este negocio.

Para mantener el buen pulso de la industria turística es imprescindible que ésta se renueve y mejore continuamente. Estos años, España en general se está beneficiando de la muy mala situación que sufren otros destinos que pueden ser competencia, especialmente el norte de África, algo que es posible -y deseable- que cambie en los próximos años. Por eso es importante que nuestras infraestructuras y servicios turísticos se sitúen en la vanguardia del sector. En este sentido, la Junta de Andalucía ha dado un buen paso al apostar potenciar las nuevas tecnologías para mejorar la promoción y comercialización del destino Andalucía. Sin embargo, hay que recordar que la mejora de la oferta debería pasar también por un mayor cuidado de los productos turísticos con un objetivo fundamental: mantener la autenticidad. Sólo así se evitará la agresión urbanística, estética, medioambiental e, incluso, antropológica, que se está observando en muchas de las ciudades andaluzas y cuyas principales víctimas son los propios ciudadanos. El turismo mal planteado lleva inevitablemente a una degradación de los mismos valores que, en momento determinado, se propusieron como atractivos para los turistas. Es decir, que no cuidar la autenticidad de nuestra oferta llevará a la pérdida del interés de la misma. Sería, en definitiva, matar a la gallina de los huevos de oro.

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