Sólo algunos pasos contra la violencia machista

Aunque se están produciendo avances en la dirección adecuada, las cifras de la violencia machista siguen siendo intolerables

Rara es la semana que la violencia machista no salta a los titulares por algún crimen o agresión que suelen recordarnos que este problema, aunque se han dado pasos importantes, sigue siendo de primera magnitud y, por tanto, debe estar en las prioridades de la agenda política tanto andaluza como española. El pasado lunes nos enterábamos de la detención de un hombre por golpear salvajemente en Sevilla, a un niño de dos años y a su madre, pareja del agresor. En esta ocasión, pese a encontrarse grave el menor, no hay que lamentar su defunción. Por desgracia, no siempre es así. La violencia machista no sólo causa muchas muertes -48 mujeres y ocho niños en 2017, en España-, sino que lo hace de una manera extremadamente cruel.

Dicho esto, hay que resaltar que se están dando algunos pasos en la dirección correcta, aunque las cifras siguen siendo sencillamente intolerables. En especial, se está logrando que aflore un delito que durante mucho tiempo ha sido ocultado por la vergüenza social que suponía para la mujer desvelar que era objeto de malos tratos. Hoy en día, el agresor cada vez está más aislado y la víctima más protegida por la solidaridad de una sociedad que rechaza muy claramente este tipo de violencia. Sólo así se comprende que, durante el pasado año, en Andalucía se produjeron 35.388 denuncias por violencia machista, lo que supone un incremento del 18%, según se recoge en el informe anual sobre las políticas autonómicas en esta materia. Esto no supone que durante 2017 se hayan producido más delitos de esta tipología, sino que se han denunciado más debido a una mayor concienciación de las víctimas y de sus entornos familiares y vecinales. De hecho, en el 70,8% de los casos fue la propia víctima la que presentó la denuncia, frente al 1,33 % de personas de su ambiente. Otro dato que abunda en esta dirección es que también disminuyó un 9,95% el número de mujeres que renunciaron a seguir con el proceso judicial tras haber presentado la denuncia.

Como decíamos son datos positivos, pero que nunca se pueden dar por satisfactorios. Hay que seguir avanzando en la protección de las víctimas y en el aislamiento social del agresor. Pero, sobre todo, en la educación de los más jóvenes. No nos podemos acostumbrar a que la violencia machista se convierta en un elemento fijo de nuestro paisaje. Probablemente, nunca consigamos eliminarla del todo, pero sí convertirla en algo marginal.

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