PSOE: certificado de divorcio

El PSOE está en riesgo de ruptura interna y de dejar de ser la fuerza de izquierda moderada que más tiempo ha gobernado el país

El debate celebrado ayer entre los candidatos que aspiran a liderar el PSOE evidenció que el socialismo español está profundamente dividido, hasta el punto de que se puede hablar, cuando faltan apenas unos días para que se celebren las primarias que elegirá al secretario general, de que hay dos concepciones radicalmente opuestas e irreconciliables sobre su presente, su pasado inmediato y, sobre todo, su futuro. Las posiciones que mantienen Susana Díaz y Pedro Sánchez no pueden estar más alejadas y, pase lo que pase el domingo, van a requerir mucho tiempo y mucha inteligencia coserlas, si es que ello es posible. En medio, Patxi López quiso representar una postura equilibrada y cargada de sensatez, pero no pudo ocultar su alarma ante algunas de las afirmaciones lanzadas por el candidato Sánchez. Certificado, como era previsible, el profundo divorcio en el que vive el PSOE y la hondura del foso que separa a los aspirantes, conviene subrayar dos factores que son claves en estos momentos: en primer lugar, el partido tiene un serio riesgo de ruptura interna -el más evidente de su historia reciente- y, en segundo, ayer se volvió a constatar que si Pedro Sánchez se alza con el triunfo, en contra del criterio de prácticamente toda su dirigencia y de todas las figuras que representan su historia reciente, el PSOE entrará en implosión y dejará de ser esa fuerza de izquierda moderada y pragmática, que es la que más tiempo ha gobernado España en democracia. Sánchez es un dirigente mediocre que ayer demostró que ve la situación del país a través de su propia herida -aludió una y otra vez a su forzada dimisión como secretario general el pasado octubre- y que carece de un discurso creíble, que sustituye por un peligroso acercamiento al populismo. Frente a él, Susana Díaz presentó un perfil mucho más anclado en la realidad y que se imbrica con la tradición del PSOE de Felipe González. Además mientras el primero sólo pudo presentar un balance de derrotas electorales, a la segunda la avalan los éxitos de su partido en Andalucía a lo largo de muchos años. Los militantes del PSOE tendrán que decidir entre una u otra alternativa. Si gana Pedro Sánchez el partido se precipitará hacia la irrelevancia como acaba de ocurrir en Francia. Si lo hace Díaz nada está garantizado porque la situación es extraordinariamente compleja, pero al menos habrá una posibilidad de empezar la reconstrucción. No sabemos quién será el más votado por los militantes, pero lo que sí se puede concluir es que este conflicto tiene un claro perdedor: los millones de españoles que habían confiado su voto al PSOE y que ahora están en claro riesgo de perder para siempre su referencia política.

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