El PP ante una oportunidad que debe aprovechar

Pese a las lagunas en el prolijo proceso para elegir al futuro presidente, el PP da un paso importante en su imagen democrática

Al mediodía de hoy se cierra el plazo para que los más de 869.000 militantes del Partido Popular puedan inscribirse y participar así, el próximo 5 de julio, en la votación que decidirá, si no hay un resultado abrumador en favor de uno, qué dos aspirantes pugnarán por el liderazgo de la formación en el Congreso Extraordinario, que se celebrará los próximos 20 y 21 de julio en Madrid. El proceso de participación que los populares aprobaron hace un año se ha revelado ciertamente prolijo, pero garantista. Los militantes deben inscribirse previamente para poder acudir a las urnas. Y se les exige que estén al corriente de pago de las cuotas, lo que no sucede en un elevado porcentaje. En caso contrario, deberán abonar 20 euros por cada anualidad adeudada y se obliga a que el debe se salde mediante transferencia bancaria. Una trazabilidad que evita las suspicacias que alimentarían los pagos en metálico. El censo real nunca ha sido una prioridad de las organizaciones territoriales y ahora se corre el riesgo de que una baja participación devalúe el resultado. Además, en el caso de que ninguno de los aspirantes consiga más de la mitad de los votos en la cita del 5 de julio, venza en al menos el 50% de las circunscripciones y aventaje en 15 puntos a su inmediato perseguidor, serán finalmente los compromisarios los que resuelvan el dilema en una especie de segunda vuelta. La militancia, a la vez que vota a su presidente preferido, en otra urna distinta habrá de elegir a los representantes que tendrán la palabra definitiva. El problema es que esta última puede resultar una elección a ciegas. Los compromisarios no tienen la obligación de desvelar con anterioridad sus intenciones a sus potenciales votantes. Pero, pese a estas evidentes lagunas, hay que resaltar el importante paso que da este partido para mostrar ante sus bases y sus seguidores una imagen mucho más democrática y alejada de otras designaciones digitales. Entre los aspirantes que quedan en liza, a priori, Soraya Sáenz de Santamaría, Dolores de Cospedal y Pablo Casado son los favoritos. El liderazgo, sin embargo, no debería monopolizar el necesario debate tras la renuncia de Mariano Rajoy, que pone fin a una era. Los continuos casos de corrupción que han acorralado al partido exigen una auténtica catarsis y un claro desmarque. Las medias tintas sólo caben interpretarse como una peligrosa contemporización. Además, también es el momento adecuado para renovar ideas y apostar por unas estructuras más modernas. El PP es un partido muy importante para el sistema democrático español y su buena salud es hoy imprescindible.

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