El Gobierno ya está en campaña electoral

Desde su inicio, la razón de ser de este Gobierno ha sido la de preparar unas elecciones a las que el PSOE pudiese llegar con ventaja

Dice el viejo refrán político que "tener el poder quema, pero mucho más lo hace no tenerlo". Entre otras muchas cosas, estar en el Gobierno permite lanzar a la sociedad potentes mensajes en forma de medidas concretas y usar todo el aparato del Estado, de manera más o menos disimulada, para apoyar unas determinadas aspiraciones electorales. Aunque dicha actitud no habla muy bien de la calidad democrática de quien la ejerce, lo cierto es que es habitual tanto en la derecha como en la izquierda, en España y en los países de nuestro entorno. En los últimos años se ha avanzado algo en la legislación que pretende poner coto a estos comportamientos, con normas como las que prohíben las inauguraciones desde el momento en el que se convocan las elecciones, pero es evidente que aún queda mucho camino por recorrer.

Un ejemplo muy claro de lo dicho lo tenemos en el actual Ejecutivo socialista, que ya está en plena campaña electoral, usando sin ningún tipo de tapujos todas las herramientas que le da el poder, desde las encuestas del CIS hasta su capacidad para tomar medidas como las anunciadas ayer tras el Consejo de Ministros, cuyos principales benefactores son los jóvenes y las mujeres, dos sectores de población en los el PSOE se volcará en la próxima campaña para intentar lograr una mayoría que le permita gobernar con más holgura de lo que lo ha hecho en los últimos ocho meses. Independientemente de que las decisiones adoptadas por el Ejecutivo sean beneficiosas o no -que de todo hay-, no existe duda de que se han tomado para apoyar una campaña electoral que ya ha comenzado oficiosamente. Nada extraño, por otra parte, en un Gobierno que, para muchos analistas, no ha tenido otra razón de ser que la de preparar los comicios finalmente fijados el 28 de abril. La misma moción de censura, la elección de los ministros, gestos como su intento de sacar a Franco del Valle de los Caídos, las medidas de corte feminista, su postura en el conflicto catalán y un largo etcétera han sido interpretadas como el intento de Pedro Sánchez de ofrecer a los ciudadanos un aperitivo de lo que sería un Ejecutivo socialista con los apoyos parlamentarios suficientes y con cuatro años por delante para gobernar.

El Gobierno ya está en campaña, como siempre lo estuvieron sus antecesores cuando se acercaban las elecciones -desde la UCD a la actualidad-. En los próximos dos meses nadie pensará en otra cosa más que en las urnas.

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