Firmeza y sosiego frente a la provocación

Los constitucionalistas deben impedir que independentistas y radicales conviertan nuestro Parlamento en un guirigay

El acto de constitución de las Cortes de ayer dio una pista muy clara de por dónde algunos quieren llevar la recién estrenada legislatura. Los diputados catalanes independentistas, empezando por los que están en prisión provisional por el referéndum ilegal del 1-O, intentaron convertir la jornada de conformación del Congreso en un mitin político y en un intolerable insulto a las instituciones democráticas españolas, llegando a vivirse momentos de clara crispación. Algunos, principalmente los diputados de Vox y Cs, cayeron en la provocación y protestaron ruidosamente golpeando sus escaños hasta el punto de que no se podía escuchar lo que decían sus señorías. La nueva presidenta del Congreso, Meritxell Batet, tuvo que tomar buena nota de lo difícil que puede llegar a ser esta legislatura si no se embrida a tiempo. Hay que cortar cuanto antes este tipo de desmanes.

Nadie duda de que los diputados soberanistas tienen derecho a defender sus ideas y proyectos, incluido el de la independencia de Cataluña. Pero Batet no debería permitir a partir de ahora que se use el Parlamento como tribuna privilegiada desde la que difundir mentiras que denigran nuestra democracia y nuestro país, como la existencia de "presos políticos". El Congreso de los Diputados, sede de la soberanía de todos los españoles, no puede ser un circo en el que los radicales actúen a sus anchas, como tristemente los ciudadanos contemplamos ayer con sonrojo. También es hora de que, tras lo visto, se llegue a un acuerdo para replantear la ceremonia de toma de posesión de los diputados, que en los últimos tiempos está siendo utilizada por independentistas y radicales para lanzar consignas y proclamas. Escenas como las de ayer no se pueden volver a repetir.

Así las cosas, los partidos constitucionalistas y moderados deberían unir sus fuerzas y experiencias para que no se siga denigrando al Congreso de los Diputados. Con el griterío, las sobreactuaciones y los aspavientos de ayer sólo se consigue transmitir al exterior la imagen de que el Parlamento es un guirigay sin orden ni concierto, lo que daña el prestigio de nuestro sistema democrático, el que hemos construido con ilusión y paciencia entre todos durante las últimas décadas. Hay que unir firmeza y serenidad para que las Cortes sean un lugar de deliberación sosegada, sin caer (pero también sin permitirlas) en las provocaciones de los que quieren acabar con nuestro ordenamiento constitucional.

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