Europa pierde peso en el mundo

Europa debe incrementar su política común en exteriores y defensa o conformarse con ser una potencia de tercera, con todo lo que eso conlleva

La retirada apresurada de Afganistán y el nuevo acuerdo de cooperación en tecnología avanzada de defensa entre Estados Unidos, el Reino Unido y Australia, que tiene como misión controlar el expansionismo chino en el Pacífico, han dejado en evidencia la pérdida de peso de Europa en el mundo. El final de la Guerra Fría y el traslado del eje económico mundial al Pacífico provocaron que la posición geográfica de Europa pase a ser completamente periférica. Asimismo, la incapacidad de la Unión Europea de adoptar una política exterior y de defensa verdaderamente común, en la que prime el todo sobre las partes, imposibilita completamente que Europa pueda actuar como una verdadera potencia. Esto, que en teoría pertenece al ámbito de la alta geopolítica, tendrá -está teniendo ya- importantes repercusiones en las vidas de los europeos -y por tanto de los españoles y andaluces-, pues cerrará oportunidades a nuestras empresas en la economía globalizada que vivimos. También afectará a nuestra seguridad. El problema no es tanto que EEUU haya llegado a unos acuerdos de defensa con Australia y el Reino Unido. Es que ni siquiera se ha tomado la molestia de informar a las autoridades europeas sobre el mismo. Esto ha escocido particularmente a Francia, ya que su industria militar perderá sustanciosos contratos debido al nuevo acuerdo. De alguna manera, el convenio entre EEUU, Australia y el Reino Unido es una prueba más de que el orden emergido de la II Guerra Mundial ha muerto definitivamente y que Europa debe incrementar sus políticas de relaciones exteriores y defensa o contentarse con ser un actor de tercera en el concierto de las naciones, con todo lo que eso conlleva. Lo dicho es difícil de alcanzar en una Unión Europea que debido a un crecimiento demasiado rápido y desordenado -alentado, por cierto, por EEUU- se ha convertido en una entidad poco operativa y en la que, a veces, ni siquiera se tienen muy claros los valores que se defienden. Es hora de que la UE, o al menos sus países más comprometidos con el europeísmo, empiece a articular una política verdaderamente unitaria en estos asuntos.

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