España, del triunfalismo al apocalipsis

El presidente del Gobierno dibujó ayer un idílico panorama de futuro como fruto de su gestión durante este año. Casado pintó un cuadro de desastres

Acaba 2021 y, si nos atenemos a los balances anuales que han presentado el Gobierno y la principal fuerza de la oposición, el PP, no hay término medio para emitir un diagnóstico sobre la realidad en la que vive España: o el triunfalismo sin matices o el apocalipsis sin discusión. Las intervenciones de ayer de Pedro Sánchez y de Pablo Casado son sólo el último ejemplo para constatar cómo se ha consagrado una fórmula de hacer política que intenta convertir a la ciudadanía en simples hinchas de partido. El presidente compareció por espacio de una hora, limitó las preguntas a media docena de medios y recitó una retahíla de titulares. El país camina de récord en récord con las vacunas. La cogobernanza funciona. La Administración central aporta dinero y militares. A las autonomías, con su respaldo, les corresponden las recetas para combatir esta última ola de la pandemia. Se han alcanzado veinte millones de ocupados. El escudo social ha servido de salvavidas ante la crisis y los ERTE, también. Tanto confía la UE en su gestión que ya le ha transferido los primeros 10.000 millones de euros de los fondos Next Generation para modernizar la economía y cambiar el modelo productivo. La pandemia no ha sido un freno para este Ejecutivo; al contrario, un "acelerador de reformas". Y ahí queda, como fruto del diálogo y el consenso que pregona, la reforma laboral. Además, en un escenario de crispación, se han aprobado leyes como la de la eutanasia o la vivienda. En resumen, ha cumplido el 42% de los 1.481 compromisos que adquirió en su investidura. Para Sánchez, sólo el PP enturbia este idílico futuro que, por ahora, sólo se creen los encuestados del CIS. Por contra, para Casado, la gestión del presidente es "nefasta", actúa con "arrogancia", "incompetencia", "insensibilidad", y miente "a todo el mundo". Y no se dio por concernido por el acuerdo entre los empresarios y los sindicatos. "Que nos dejen en paz". Gran argumento.

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