Abengoa: nueva oportunidad

Garantizada la segunda reestructuración financiera en dos años, falta que el negocio crezca para poder asumir el alto pasivo

En el plazo de dos años, Abengoa ha suscrito con sus principales acreedores sendas reestructuraciones financieras con el objetivo de que sobreviva la sociedad fundada hace 78 años por los ingenieros Javier Benjumea Puigcerver y José Manuel Abaurre Fernández-Pasalagua, junto con allegados y familiares, y que llegó a ser el mayor grupo de empresas de Andalucía. La primera de esas reestructuraciones, ejecutada en marzo de 2017, sirvió para que naciera una nueva Abengoa y permitió levantar el preconcurso de acreedores presentado en noviembre de 2015 tras acumular una deuda bruta consolidada de 8.791 millones de euros, de los que más de 6.300 millones eran deuda neta, y pagos pendientes a proveedores por valor de 5.470 millones. Aquella reestructuración supuso una fuerte quita de la deuda y la dilución de la participación de los socios fundadores en favor de los principales acreedores (bancos, fondos y bonistas). Desde la dirección de Abengoa se dijo entonces que, salvada la que habría sido la mayor quiebra de la historia empresarial española, la empresa se centraría en su negocio tradicional -ingeniería y construcción- y vendería activos no estratégicos. En el camino, una sentencia de un juez de lo Mercantil de Sevilla reconoció la deuda íntegra a los acreedores que consideraron abusiva la quita y la impugnaron. Y dos años después, Abengoa se ha visto obligada a admitir a los mercados que si no hacía una segunda reestructuración financiera no tenía liquidez suficiente para ser viable. Tras esta nueva operación de refinanciación, Abengoa recibe una inyección de dinero nuevo de 97 millones de euros y se le otorga una nueva línea de avales sindicada por un importe máximo aproximado de 140 millones de euros. La empresa que preside Gonzalo Urquijo asegura que con estas medidas remontará en el futuro. Ciertamente, Abengoa está ante una nueva oportunidad de salvar lo que queda de la multinacional, que no es poco y es muy importante para la economía andaluza. Pero los gestores han de asumir que la situación no es halagüeña: pérdidas de casi 1.500 millones de euros el año pasado -aunque sea por efectos financieros-, una cifra de negocios que empeora -1.303 millones de euros en 2018 frente a 1.479 millones en 2017- y unos beneficios antes de impuestos escasos -188 millones- en comparación con la altísima deuda que aún arrastra: 5.656 millones de euros. Esto es, multiplica por 30 el Ebitda de 2018 y con un ERE en marcha. Es de esperar un cambio notable en estas variables por parte de sus gestores para que Abengoa aproveche esta nueva oportunidad: hacer que el negocio y el beneficio crezca lo suficiente como para hacerla viable a futuro.

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