El mayor grupo industrial de capital andaluz, la multinacional Abengoa, vivió el pasado martes un auténtico cambio de era con su práctica refundación en una nueva compañía que hereda los activos y pasivos de su predecesora, y en la que la abrumadora mayoría del capital pasa a manos de los principales acreedores del grupo fundado en 1941 por las familias Benjumea y Abaurre. La junta general de accionistas de Abengoa procedió a dar carta de naturaleza a la reestructuración y recapitalización que evita la quiebra y permite que el gigante de la ingeniería y de las energías renovables salve gran parte de su actividad y su empleo. Con esta reestructuración, se facilita la viabilidad de lo que queda de la empresa, gracias a la entrada de nuevo dinero y nuevos avales. Los proveedores de dinero nuevo -1.169 millones de euros- adquieren el 50% del capital de la nueva Abengoa, los acreedores preexistentes que se han adherido al contrato de reestructuración adquieren el 40% de capital, un 5% pasa a manos de los aportadores de nuevos avales -307 millones de euros- y el 5% restante, a manos del 100% del capital anterior, lo que sitúa a la familia Benjumea y a otros propietarios históricos con el control del 2,59% del capital, toda vez que no se ejecutó por falta de quórum la unificación de acciones A y B en una sola clase, que queda para más adelante y reduciría al 1,44% su participación. Esta nueva era estará pilotada por un nuevo equipo gestor, capitaneado por Gonzalo Urquijo, como presidente ejecutivo, y otros seis consejeros. La nueva Abengoa que ahora inicia su andadura es, por tanto, muy distinta a la que hemos conocido en los 75 años de historia que acumula el grupo. Lo que queda de ésta tendrá que acometer ahora una estrategia y hacer su negocio sostenible. Para Andalucía, es importante que este símbolo de su capacidad industrial y empresarial se mantenga con el mayor empleo posible -ya se ha perdido el 60%- y cuanto más valor añadido tenga éste, mejor. El camino que emprende la nueva Abengoa no está exento de obstáculos, pero puede decirse que inicia esta nueva era con la mejor de las salidas posibles, al mantenerse vivo el grupo, conservando buena parte de su actividad y algo más de 17.000 puestos de trabajo. Los nuevos propietarios y gestores de Abengoa tienen ante sí la tarea de sostener y, en su caso, aumentar esta capacidad de generar riqueza y empleo desde Andalucía para todo el mundo, aunque ahora el capital ya no sea mayoritariamente andaluz. Tampoco se puede olvidar que, pese a la crisis vivida y el duro ajuste que ha habido que aplicar, lo que permanece es fruto del trabajo hecho durante siete decenios y medio por sus fundadores.

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