Yolanda, crónica de un fiasco

13 de septiembre 2025 - 03:07

Yolanda Díaz, la gran esperanza blanca de la izquierda radical española, ha fracasado. No hace falta esperar unas elecciones generales, ni en su tiempo reglamentario ni anticipadas, para certificarlo. Su gestión en la Vicepresidencia segunda del Gobierno y en el liderazgo de Sumar es un fiasco. En la doble acepción académica de fiasco: un fracaso y una decepción.

Esta semana ha visto Díaz desvanecerse el proyecto estrella de su legislatura: la reducción por ley de la jornada laboral a 37 horas y media a la semana. La hubiera hecho pasar a la Historia como la ministra de Trabajo capaz de rebajar las cuarenta horas de hace cuarenta y dos años (la implantó el primer Gobierno de Felipe González).

Sufrió el varapalo de la mayoría parlamentaria en el Congreso en rotunda soledad, con todos sus compañeros socialistas ausentes del hemiciclo –el ministro Bolaños fue la excepción durante unos minutos– y el presidente Sánchez haciendo ostentación de su indiferencia al acudir al estreno de la película de Amenábar sobre el Cervantes cautivo en Argel. “No estaba previsto que el presidente asistiera al debate”, intentó normalizar la vicepresidenta abandonada en la radio de Alsina.

Contrariada por la derrota parlamentaria, el aislamiento dentro del Gobierno y sus crecientes problemas en el interior de Sumar, Yolanda Díaz cometió el error de arrojar su frustración encima de la portavoz de Junts. Con virulencia, y también con veracidad. Ahora bien, que nos desvele ahora que el de Puigdemont es un partido chantajista y que representa a la derecha más reaccionaria de España sólo puede mover a una sonrisa sarcástica. ¿Ha tardado dos años en darse cuenta? Fue la primera, Yolanda, en peregrinar a Waterloo para entrevistarse con el prófugo, adelantándose al propio Sánchez y sus negociaciones de la vergüenza, y se ha tragado sin rechistar la amnistía y lo que cuelga de la amnistía, el pacto para ceder a Cataluña las competencias sobre inmigración o la financiación singular, que muy progresistas, solidarias y enemigas de la desigualdad no parecen, la verdad.

También es una verdad –amarga– que Yolanda es vicepresidenta gracias a los siete votos de los diputados de Junts, es decir, según ella, de los representantes de la derecha más reaccionaria de España y de los que se están forrando a costa de la gente trabajadora de Cataluña. Lo será solamente hasta que quieran ellos.

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