¿Qué votará Marie?

De ellos, de los moderados franceses, depende en esta hora el futuro de Francia y con ello de la Unión Europea

Hace una década, en un viaje a París, mantuve una charla muy interesante con una profesora francesa. Andábamos mi pareja de entonces y yo olisqueando en una librería de Montparnasse y, al escucharnos hablar en español, esta mujer, que se llamaba Marie y tenía unos 50 años, se nos acercó. En las manos llevaba una edición en francés de Soldados de Salamina, de Javier Cercas, y otra de La voz dormida, de Dulce Chacón. "¿Cuál me recomendáis?", nos preguntó con un español más que decente. De ahí pasamos a hablar de otros asuntos y, una cosa lleva a la otra, acabamos tomando una copa con ella y su marido. Marie nos explicó que había pasado un año en Zaragoza y algunas estancias en Buenos Aires, de ahí su manejo del español. Nos contó que España le encantaba y acabamos coincidiendo en que los recelos históricos entre Francia y nuestro país, marcados por tópicos y arrogancias mutuas, estaba lastrando la potencialidad de ambas sociedades. Coincidimos también en la necesidad de reforzar vínculos y de dejar atrás una UE tan mercantilista para avanzar hacia una unión más idenditaria, política y cultural. Fue una charla agradable, en fin, de las que gusta tener porque por un momento uno deja su papel de turista de Louvre, D'Orsay y Moulin Rouge para convertirse en viajero. Nos despedimos finalmente y ahí quedó la cosa, sin que yo haya vuelto a pensar mucho en Marie. Pero estos días , claro, me acuerdo de ella y me preguntó qué votará este fin de semana. ¿Se mantendrá fiel a sus posiciones europeístas y moderadas o habrá caído en el escepticismo? De ellos, de los moderados atribulados por los desmanes y los excesos, depende en esta hora el futuro de nuestro vecino y confío en que personas tan ilustradas sean capaces de salvar a su país, a pesar del hundimiento de sus partidos convencionales, de la vulgaridad apolillada que suponen, pese a los afeites, los radicalismos de Le Pen y Mélenchon. Ojalá hagan resistir un sueño europeo en el que aún quiero creer, más que nada porque deseo para mi hijo el mismo entorno de paz en el que crecí. Ojalá que Marie, mi amiga de una estupenda tarde parisina y precrisis, siga donde entonces por la cuenta que nos trae.

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