La voracidad de la SGAE

EN Sevilla se han vuelto a encender las luces de alarma. Un colectivo ha remitido un escrito a la Sociedad General de Autores (SGAE) calificando de "voracidad insaciable" su pretensión de cobrar también por la interpretación de las marchas procesionales. El tema, polémico, no es nuevo.

Hace una década, la Agrupación de Hermandades se vio inmersa en un caso similar, ya que la SGAE pretendía llevarse un porcentaje de lo que se recaudaba por el alquiler de sillas y palcos en la carrea oficial. Finalmente, los tribunales dieron la razón al colectivo cofrade que ahora, otra vez, vuelve a verse amenazado.

Desde un, imaginamos, confortable despacho de la calle Pelayo de Madrid es difícil, muy difícil, comprender lo que es el movimiento cofrade, un colectivo al que no se le puede aplicar el mismo rasero que a otros sectores de la sociedad. Si quieren recaudar por la interpretación de una marcha, que lo hagan, como en efecto lo hacen, en aquellas parcelas en que pueden, como es el porcentaje correspondiente por la venta de discos o por el taquillaje de los conciertos.

El complejo mundo cofrade está formado por la aportación de numerosos artistas a los que, en la mayoría de los casos, no se reconocen sus derechos. Porque el imaginero no recibe nada por cada fotografía que se vende de su talla, ni el florista patenta una composición original, ni el prioste se hace con la propiedad intelectual de la inédita combinación de la cera en un altar de cultos. Toda esta suma de pequeños detalles es la que hace grande esta celebración religiosa que tanto dinero mueve en los más diversos sectores.

Por esto, la pretensión de la SGAE queda tan fuera de lugar como las numerosas sentencias que avalan, hasta ahora, el derecho de las cofradías a conservar su patrimonio musical.