Mensaje en la botella

Yo he visto cosas...

El debate a cinco de mañana será el único de la campaña y será decisivo para unos y otros

Estrenamos mes. Y campaña electoral. Puede parecer uno más, pero para algunos se trata de una fecha cargada de simbolismo, no por un hecho histórico real, sino porque es en noviembre de 2019 donde se sitúa la trama de una película de culto: Blade Runner. Estrenada en 1982, nos mostraba una ciudad de Los Ángeles caótica en la que se fabrican humanos artificiales denominados replicantes a los que persiguen los blade runners, un cuerpo policial especial. Ni que decir tiene que nada tiene que ver el mundo que mostró Ridley Scott hace décadas con el noviembre de 2019 real, aunque con matices. Sin duda, uno de los momentos que ya ha pasado a la historia del cine es el monólogo del replicante Roy Batty: "Yo he visto cosas que no creeríais..."; "todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia".

Y es que si analizamos dónde estamos ahora podemos asegurar que, efectivamente, hemos visto cosas difíciles de creer. La primera, que no por repetida deja de perder importancia, que estemos llamados a las urnas de nuevo por la inutilidad de los que están sentados en el Congreso de los Diputados y por los egos e incapacidad de los líderes políticos de este país. Ello ha derivado en una minicampaña electoral de perfil bajo, en la que nadie parece que quiere mojarse en exceso más allá de lo que ya sabemos y a la espera del debate a cinco televisado de mañana entre los candidatos. Será el único cara a cara entre los aspirantes y, como no hay posibilidad de recuperar en otra confrontación posterior, será decisivo para unos y otros.

Una de las cuestiones que me ha despertado interés por el debate es que los moderadores ya no ejercerán de replicantes, sino que podrán preguntar a los candidatos, algo que parece obvio pero que hasta ahora los líderes y sus acólitos asesores no permitían. Porque aunque todo esté medido, los ciudadanos también quieren ver otras cosas más allá de postureos televisivos. Que se hable de los problemas reales de este país y que, sobre todo, sean capaces de transmitir confianza.

Porque resulta desolador que la sensación que traslade el candidato del PSOE y presidente en funciones, Pedro Sánchez, sea que es un verdadero maestro en sacar réditos de situaciones caóticas, tanto en su partido como en las instituciones; que el del PP, Pablo Casado, gane enteros cuando está callado, porque cada vez que habla se mete en un charco; que el aspirante de Ciudadanos, Albert Rivera, golpee a su propio electorado con sus vaivenes ideológicos; que el de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, siga enfadado con el mundo y se crea el mesías que tiene la verdad absoluta; o que Santiago Abascal (Vox) se erija en el repartidor de carnés de buenos o malos patriotas con mensajes populistas y peligrosos para la convivencia.

Ojalá todo eso se pierda en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Ojalá podamos decir que hemos visto cosas que no creeríamos, pero para bien, que falta nos hace.

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