Matilde Cabello

Con viento fresco de popa

COMO la afición tiene razones que la razón desconoce, ya veremos si esto de Muñoz y Campanero no deriva en un conflicto similar al de Estados Unidos y Cuba.

Usted puede pensar que servidora exagera (y haría bien), pero por algo se empieza y cosas más raras se han visto, oiga; que lo de la isla caribeña comenzó por unas toneladas de azúcar y mire los cuarenta años que les llevan dando a las criaturas.

De entrada, ya se ha sugerido en estas mismas páginas que, siguiendo las premisas marcadas por "los culés contra la leche Parmalat" y el Real Madrid, empecemos por el aceite Capricho Andaluz, marca "ligada al presidente gaditano".

La consigna es que, cuando nos sirvan la media tostada con ajo de Montalbán, los garbanzos con espinacas de Espiel o la porra de Iznájar, habremos de mirar la etiqueta, por si toca responder con un "no gracias"; volver, en definitiva, a los slogan -que, por cierto, antes que el club barcelonés, aplicaron los andalucistas de los setenta contra los productos catalanes- y a la respuesta de rechazo a las nucleares de los ochenta, en ambientes rojos, que no del rosa.

Como estrategia no sirvió de nada entonces y ahora tampoco se le ve futuro, salvo que los jugos de los olivares de Priego, Baena o Lucena -del Capricho Andaluz subbético- puedan sustituirse por gaseosa. Pero estaría malísimo.

Eso, mientras un centenar de hosteleros apoyaban el bellísimo manifiesto en defensa de la cocina tradicional cordobesa de Pablo García Baena, donde hubo varios gaditanos ilustres cuyo amor y entrega incondicional a Córdoba se traduce en un inestimable engrandecimiento mutuo. Pero no son los únicos nexos de unión entre las buenas gentes de Córdoba y Cái. Están también las sonrisas y conversaciones que, desde el Puerto a Chiclana, comparten en este instante muchos de sus hijos; están los autobuses que, desde San Agustín a La Viña, cruzan en febrero el puente de Carranza o la incuestionable empatía entre sus gentes. Así las cosas, recurramos al titular del artículo de otro gaditano-cordobés: "Que nadie venga y lo joda" por un quíteme usted estos fichajes y presidencias, y concluyamos con la mejor definición del "sentimiento" que es Cádiz,… hosped y solar de viajeros. Quien della non disfrute, causando disgusto a sus moradores, bien le vale coger una de sus puertas, de mar o de tierra, e vaya en paz con viento fresco de popa. Pues eso.

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