¡Que vienen los nazis!

Demócratas de Suecia ha alcanzado el 40% de los votos, y ya deben estar desfilando por allí las SS

Sabrán ustedes desde el domingo que en Suecia acampan cientos de miles de "nazis" y "ultras", algo así como el 20% del censo. Peor aún, en las zonas más dinámicas, cultas y ricas del país el porcentaje casi se dobla. En algunos barrios de la cosmopolita Malmoe, fortín socialdemócrata antaño, famosa por su casco antiguo, sus parques y sus bibliotecas, los sedicentes, sólo para disimular, Demócratas de Suecia ha alcanzado más del 40% de los votos, y a estas horas ya deben estar desfilando por allí las SS. Menos mal que en otro de esos barrios, el conocido como Herrgarden, los "nazis" sólo han obtenido el 1% mientras que los benéficos socialistas han alcanzado el 80%, como si se tratara de unas elecciones sirias o egipcias. Claro que en Herrgarden hay un ¡96%! de votantes extranjeros, musulmanes en su inmensa mayoría, que lo han convertido en un territorio de esos ya numerosos en Europa en los que no puede entrar ni la policía, en los que la sharia es la ley de facto y las mujeres simplemente no pueden andar por las calles vestidas a la occidental.

No tomo estos datos de una web "ultra", sino de uno de esos medios que en España constituyen la prensa "de calidad". De calidad y para tontos, habría que añadir, ya que al mismo tiempo que facilitan estos números, muestran una absoluta y voluntaria incapacidad para extraer las consecuencias a las que incluso un niño llegaría. Lo fácil, lo que funciona como cordón informativo, es hablar de neofascistas italianos, neonazis suecos y alemanes, ultras franceses u holandeses, extremistas austriacos o daneses y xenófobos húngaros y polacos, cerrando los ojos a la situación insostenible a la que han llevado las políticas socialdemócratas sobre lo que llaman inmigración, aunque nada tenga que ver con lo que se ha entendido por tal desde que existen Estados con fronteras y sociedades conscientes de su identidad, y sí con proyectos mundialistas de sustitución demográfica y cultural.

Y mientras la ciudadanía bulle de indignación en todas partes, los viejos políticos erre que erre. Ayer, en el Parlamento Europeo, se abrió la posibilidad de privar a la Hungría de Orban de su derecho de voto por no plegarse a la suicida política migratoria dictada por Berlín y París. Algo sin precedentes en la historia de la CE. Obstinación e ineficiencia, combinación letal que puede acabar con el sueño europeo.

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