Los viajes del PSOE

Susana estará ya mismo abrazando a la tenderas de Madrid mientras el sillón de Sevilla se le va quedando frío

El PSOE ya ha emprendido el viaje, el doble viaje. Por una parte, Pedro Sánchez, que en su nueva posición de díscolo outsider ya ha empezado, con cierta demora pero con su habitual mesianismo, ese trayecto por sus españas para dar a conocer entre la militancia la buena nueva de su reaparición y su sueño de volver a mandar en la zona noble de Ferraz. Por otra, también nuestra presidenta andaluza, Susana Díaz, ha cogido el avión y se ha plantado en Bruselas para darse a conocer entre la socialdemocracia europea y recibir bendiciones. Si la guerra por la Secretaria General se sucede finalmente entre los dos, que está por ver, todo consistirá en ver si Sánchez vuelve a casa de sus viajes con éxito o si es Susana la que triunfa en una aventura que llevaba años preparando y que hoy ultima aunque todavía no anuncie nada. El doble viaje, más allá de la cuestión de personalismos y egos, también tiene su lectura ideológica. Porque el de Sánchez es un viaje alucinado a las pantanosas aguas de la izquierda que cuestiona la actual democracia, una especie de conversión podemita en pos de la supervivencia, y el de Susana un trayecto calmo en busca de la centralidad y acorde con los postulados básicos del socialismo portmarxista y felipista. De este doble viaje, que visto ahora parece muy descafeinado por ser su resultado previsible, todo apunta que saldrá una nueva Susana, con mando en Madrid y, de seguro porque ya lo ha avisado, al mismo tiempo manteniendo el culo prieto en el sillón de la Presidencia andaluza. O sea, que lo normal es que la tengamos ya mismo abrazando a las tenderas de Antón Martín mientras el despacho de San Telmo se le va quedando frío. Y quizá haya ahí una buena noticia para la supervivencia del PSOE y para la España moderada, pero no así para una Andalucía que a la señora Díaz siempre le supo a poco y que vive una eterna modorra con su clase política mirando al Norte. O sea, que, entre viajes de unos y viajes de otros, queda pendiente el viaje propio y personal de una Andalucía amodorrada en la que Susana sueña mientras sestea en un derroche de anhelos y de eses. Susana pues susaneante y Andalucía andalucera... Andalucía andaluCero.

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