La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Las verdades del presidente Moreno

"No pasa nada por perderse un puente", pero la sociedad no está para muchos sacrificios porque está acostumbrada a todo

El presidente de la Junta es un tipo serio, pulcro como recién salido de un anuncio de Floid, con sonrisa de Roberto Alcázar y que vende bien la imagen del andaluz de Despeñaperros hacia arriba. Por lo menos no suelta ningún "canijo" al llamar la atención del interlocutor. Moreno ("Llamadme Juanma") proclamó el otro día una obviedad en los muy seguidos servicios informativos de Canal Sur: "No pasa nada por perdernos un puente". Claro que no, presidente. Ocurre que la sociedad del bienestar nos ha enseñado durante años que tenemos derecho a todo, absolutamente a todo. Que podemos y debemos viajar a cualquier destino por caro que sea. Que podemos y debemos tener segunda vivienda, en propiedad por supuesto. Que podemos y debemos tener créditos para todo. Y que podemos y debemos darle todo a nuestros descendientes al precio que sea para que tengan todavía más de lo que tuvieron sus padres. Ahora pedimos sacrificios a una sociedad endeudada y sin valores suficientes para amortiguar el golpe. De pronto hemos dejado de ir a Petra, los fiordos noruegos y las islas Fidji, cuando Roma nos parecía ya poco, New York un destino vulgar, y Praga comenzó a ser cosa de tiesos que viajan comprando el paquetito de la agencia. Ahora, señor presidente, nos tiene usted que recordar lo obvio. Nos pide que nos quedemos en casa con toda lógica, pero su consejero de Turismo reparte bonos para viajar tres noches por Andalucía. El Estado nos recomienda estar en casa, pero los Paradores remiten publicidad para viajar sin salir de la región. A ver si papá y mamá se ponen de acuerdo. O hacemos la estatua o nos vamos a ver estatuas. Primero nos debilitan dándonos acceso a todo y después nos confunden. Tiene usted razón, presidente: no pasa nada por dejar de salir un puente. Como no pasa nada por no tener fiestas cuando está en juego el valor supremo de la salud. Pero esta sociedad es un toro flojo de remos cuando se le obliga un poco. Se le baja la muleta para obligarlo y el toro pierde las manos y traga albero, porque está muy gordo y carece de bravura. Nos falta raza como sociedad. No, nos portamos bien en el confinamiento de primavera. Es que nos obligaron a estar encerrados, sencillamente. La disciplina social tiene mucho de falacia. Pero nos viene bien para tener esa moral de victoria que dice el fatuo de la Moncloa. De pronto tenemos que educar en la represión (¡oh, qué vocablo más feo!) al niño al que hemos consentido durante años. Y a pesar de todo seguimos siendo unos privilegiados. "Con su préstamo hipotecario, llévese un crédito para los muebles". ¿Te acuerdas, canijo? No te prives.

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