Veredas livianas

Noelia Santos

nsgemez@eldiadecordoba.com

Los veranos del caribe mix

Dónde habrá ido a parar la despreocupación empapada en el calor que antes era más soportable

No veo por ninguna parte los discos del Caribe Mix, no hay horas muertas tirada en el suelo frente al televisor y el ventilador ni esas ganas de la noche de antes de ir a la piscina. No aparecen por aquí las largas noches de plaza y pipas ni las series de La 2, ni el paseo por el barrio. Las tropecientas partidas seguidas de cartas ya no están, como no están por aquí ni la mitad de aquellos con los que jugaba, dónde habrá ido a parar la despreocupación empapada en el calor que antes era más soportable.

El verano empezó a mutar en una época desagradable, de las que quieres que se acabe lo más pronto posible. Incorporarte a la vida laboral y hacerlo con ganas no quita que realmente incorporarse a la vida laboral sea perder la mayoría de cosas buenas que tenías cuando el calor no era tan sumamente molesto como lo es ahora.

Y sí, ahora tienes otras cosas, viajes más completos que los que hacías de ida y vuelta a la playa, con la nevera, las tortillas, el refresco de dos litros y jabón en la ducha de la arena para volverte limpita y acostarte que no veas lo que cansa la playa. Ahora las vacaciones, eso sí, son el tesoro ansiado el resto del año y los viajes tienen más de atún en diferentes texturas que de filetes empanados, más de playas de arena blanca que de castillos en la arena y más de cerveza fría y verdejo que de Cocacola sin gas.

Es inevitable comparar, como inevitable es acordarte de aquellos días de ausencia de preocupaciones y pensar que habría estado bien quedarte en la parcela del tiempo en la que de ti no dependía nada, más allá de que no se derrumbara aquel castillo de arena. Ni trabajo, ni cuidados, ni perspectivas ajenas, los veranos del Caribe Mix eran más aburridos, pero más seguros.

Ahora todo se tambalea, más aún en verano, porque todo se queda tan vacío que hay poco sitio en el que hacer pie, y te quedas ahí flotando como cuando aprendías a nadar y los manguitos siempre te mantenían a flote. El verano de ahora tiene su lado bueno aunque que haya que rebuscar en el fondo de la maleta para encontrarlo. Esa maleta que deshaces cuando se acaban las vacaciones y te la encuentras toda llena de arena y te acuerdas de por qué está así y te ríes y aceptas que al final el verano de ahora tiene también sus cosas, eso sí, más con Don Patricio de fondo que con El venao.

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