F ILTRAR a la prensa la grabación de un acto celebrado a puerta cerrada es una deslealtad. Sea quien sea, el que haya entregado a la Ser la intervención de algunos barones en el Comité Federal del PSOE es persona de poco fiar. Pero tenemos que estarle agradecidos. Todos. Los que han votado al PSOE y los que no lo hemos hecho. Gracias a esas grabaciones nos hemos enterado de que en el Partido Socialista hay quien no ha perdido la cabeza. No lo veo, no lo veo, decía Susana Díaz a propósito de un pacto con Podemos. Normal. Ni ella ni los españoles a los que nos gustaría seguir viviendo en Europa no sólo geográficamente. A quienes, de derechas, izquierdas o centro, compartimos los valores constitucionales. A quienes queremos unos ciudadanos libres e iguales. A los que no deseamos un cambio en el modelo de sociedad al estilo bolivariano. Que es a lo que, aunque ahora disimulen, aspiran los podemitas.

En este jaleo, la jugada de Sánchez es clara. Engatusar a Ciudadanos primero, pactar un programa -que llamarán de reformas- sin concreción alguna y echárselo en la cara al PP, incluso ofreciéndole entrar en el Gobierno, para culparle, finalmente, de la imposibilidad de un Gobierno constitucionalista. Y una vez hecho eso, resucitar el pacto con la izquierda radical y lanzar un órdago a Susana y demás barones. El papel de Ciudadanos es el de simple coartada, un convidado de piedra a quien usar y tirar: hay que confiar en que no se dejen.

La situación para el Partido Popular es endiablada. Aceptar un gobierno de Sánchez, cuya deslealtad institucional es clamorosa, a muchos votantes populares nos espanta. Pero no cerrar a cal y canto la posibilidad de que Podemos toque poder nos aterroriza. Aguantar el envite confiando en la falta de acuerdo y en la celebración de nuevas elecciones puede acabar en desastre, potenciando las opciones mas radicales y populistas. En cualquier caso, me parece evidente que es inaceptable un gobierno encabezado por quien ha insultado a los siete millones y medio de votantes del PP, que ha perdido las elecciones con un resultado electoral pésimo y en quien no confía ni la mitad del Comité Federal de su partido.

Pocas cosas tengo claras después de los enrevesados resultados de diciembre. Pero una, clarísima: Pedro Sánchez no puede ser presidente con la colaboración, activa o pasiva, del PP. ¿Sánchez Presidente? No con mi voto.

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