Fuera de cobertura

Elena Medel

No vaya a ser

PARA un estudio de nuestra idiosincrasia: el cordobés mira, pero no toca. Permanece cruzadito de brazos, ahí, aunque no esté de acuerdo con el jardín que le derriban o la estatua que le erigen -es probable que ni haya reflexionado: cómo afectan a su vida, ¿repercuten de verdad en su día a día?-, y a lo sumo difunde su opinión en el bar de abajo, los amigotes asintiendo, el palillo de dientes surgiendo entre sus labios. El cordobés asociado, que cambia la taberna por una habitación desnuda para las juntas, es diferente: comunica, se manifiesta, da la tabarra. Escribe cartas al director y te las reenvía, convence a su mujer sobre la necesidad de los aparcamientos, o de lo contrario, según; te fijas en su rostro por si se le escapa un rasgo nórdico, un mechón rubio o unos ojos azules, y se demuestra que no ha nacido aquí. Pero el cordobés con denominación de origen, el que se relaja con un perol en Los Villares y mantiene -pese a los titulares- sus cuentas en Cajasur, se mantiene quietecito, no vaya a ser.

El cordobés se mueve, eso sí, ante la gratuidad: pienso en la Noche Blanca del Flamenco, que no obtendría semejante eco ofreciéndose a precios populares. Y me preocupa que este eterno pararse a contemplar su estado, ese verso que Garcilaso propuso para un rato pero que el cordobés prolonga cual hibernación constante del alma y las capacidades motrices, afecte al proyecto La ciudad como escenario. Una de las intervenciones de arte público que se desarrollarán en la ciudad -tres el 16 y el 17 de julio; y una cuarta, la de Miquel Barceló, el 23 y 24 de octubre- necesita doscientos voluntarios: la relacionada con el fuego, planteada por el artista MUMA, y que dibujará con luces en la plaza de Capuchinos y la cuesta del Bailío. Los voluntarios -que deben ser "mayores de 18 años" y poseer "flexibilidad física"- apenas invertirán tres tardes, ni eso, entre los ensayos y la acción, y con sus manos y mecheros habrán contribuido al éxito de una actividad cultural. ¿Quién da más?

Recibo un mensaje solicitando que nos animemos a inscribirnos, y me entusiasma la idea: mi gozo en un pozo, agenda en mano, porque compruebo que me resulta imposible bajar a Córdoba esos tres días. Reenvío -toda entusiasmo- a unos cuantos amigos, por si sonara la flauta, y la mayoría me responde que ha desplazado para entonces su cuartel general a Los Boliches, cuando no se queja del calor y de las fechas: somos -lo admito: soy- cordobeses-tipo todos. Yo, lector, le animaría a demostrar que el cordobés -"flexibilidad física" mediante- se mueve. Si permanecen en Córdoba este verano, llévenme la contraria, y colaboren al buen rumbo de La ciudad como escenario.

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