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Al Rey de España le están tendiendo una trampa al enfrentarlo a un dilema capcioso: ¿propone como candidato a la Presidencia del Gobierno a quien ganó las elecciones o a quien tiene más posibilidades de reunir la mayoría parlamentaria para ganar la investidura? Decida lo que decida, disgustará a la feligresía de uno de los dos bloques, cuyos dirigentes respectivos ya preparan las acusaciones de partidismo contra el Monarca. Es lo que tienen la polarización y la crispación. No se salva nadie.
No hay normas escritas ni leyes vigentes sobre los criterios que ha de seguir el Jefe del Estado a la hora de designar primer candidato a la investidura ni la Constitución lo orienta al respecto. El hábito o la tradición de que lo intente antes que nadie el candidato del partido más votado se lo cargó Mariano Rajoy en enero de 2016: consciente de que no sería capaz de armar una mayoría de diputados en torno suyo, declinó la invitación del Rey. “¡Qué trabajera preparar el debate sabiendo que no voy a salir!”, parece que se dijo, muy en plan Mariano. Felipe VI pasó el encargo a Pedro Sánchez, que lo aceptó por responsabilidad aun sabiendo que tampoco iba a tener mayoría.
Por sentido común –cada vez más escaso y poco común en la política española– creo que el Rey encargará el intento de investidura a Núñez Feijóo antes que a Pedro Sánchez. Ganó las elecciones, al fin y al cabo. Cierto es que fracasará con toda seguridad, pero tampoco es totalmente seguro, aunque sí muy probable, que el segundo clasificado, Pedro Sánchez, junte una mayoría absoluta a su favor. Por otra parte, ¿qué datos tendría que manejar Felipe VI para decantarse por hacerle el encargo a Sánchez eludiendo a Feijóo? ¿Le llevará Sánchez un documento notarial con las firmas de todos los grupos y grupitos parlamentarios que dicen apoyarle? ¿Cómo va a conocer el Rey la voluntad de Bildu, ERC y Junts –sin los cuales no habrá investidura del candidato socialista– si ninguno de los tres acudirá a la ronda de consultas en La Zarzuela porque ellos no reconocen a la máxima autoridad del Estado constitucional del que tan ricamente viven? ¿Se tendrá que dar por enterado a través de la lectura de periódicos? Sería una aberración.
En realidad debería alegrarse Sánchez de que toda España pueda asistir en directo a la película del fracaso de Feijóo, que es lo que va a pasar. Quizás le puede más la idea de no ser el primero en la investidura porque eso viene a decir lo que está prohibido decir en el PSOE: que el 23 de julio él perdió las elecciones. Siendo presidente.
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