Mientras se consolida el poder de la mayoría absoluta popular, se definen los modales de los nuevos gerifaltes. Ha surgido un tic repetido convulsivamente. Ante cualquier problema, los miembros del Consejo de Gobierno de la Junta se constituyen en portavoces de los agraviados y se ponen a la cabeza de la manifestación. Se transforman súbitamente de gobernantes con responsabilidades en máximos representantes de un sindicato vertical que incluye a la administración autonómica y a los damnificados de no importa qué causa, contra un enemigo exterior que suele ser el Gobierno de la nación, cuando no la Unión Europea.

Por ejemplo, en agricultura; cuando Andalucía pierde algo de su privilegiada posición en el reparto de fondos de la PAC, por rebaja del montante total, por igualdad con otros países, por equiparación de territorios o políticas medioambientales, tenemos a la consejera como portavoz sindical contra la patronal sanchista. Que antes hicieran cosas parecidas los socialistas revela lo poco que han cambiado las cosas.

El propio presidente no se sustrae a esa tentación. Resulta que Juan Manuel Moreno ha descubierto la sequía. Mucho antes del cambio climático Andalucía tiene un problema endémico de escasez hídrica. Tenemos una de las mejores y más completas agriculturas de Europa, pero muy intensiva en riego. De media uno de cada cinco años no hay agua suficiente para tanto cultivo. Ahora Moreno se pone a la cabeza del sindicato del agua y pide a los ciudadanos que ahorren, pero nada dice de dosificar los regadíos. Aunque más del 80% del consumo de agua es de uso agrario y sólo el 10% es gasto urbano. Los sindicatos verticales tienen un déficit democrático congénito.

Son estupendos los planes a largo plazo de desaladoras, balsas en márgenes de ríos o nuevas conducciones. Pero la racionalización de cultivos y la eficacia en el consumo agrícola serían obligadas en los discursos oficiales. No cabe hablar de inexperiencia. Moreno lleva toda la vida en política y con 48 años ha sido el segundo presidente de más edad en llegar al cargo, sólo superado por Griñán. Así que no hay desconocimiento, salvo que quiera convertir el asunto en ariete de una revuelta.

Y otro tic heredado de la época socialista es la querencia a convertir las consejerías en embajadas provinciales. La nueva de Turismo, Cultura y Deportes es un ejemplo paradigmático. Es una segunda oleada de Junts x Málaga, que está haciendo una limpieza étnica en la consejería anterior. La última víctima ha sido la brillante directora del Centro Andaluz de las Letras, Eva Díaz Pérez. La Cultura da para mucho, incluidos clubes de intereses, asignaciones amistosas y buenos negocios particulares a costa de las administraciones públicas. Terreno natural para sindicatos verticales con veterano oficio.

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