Esto es lo que estarán pensando algunos de los 266 senadores, después del marrón que se les ha venido encima vía motorista. Más de uno y más de una se estará arrepintiendo de cómo se elaboró la lista de senadores en su partido. Lo que tendría que seguir siendo un plácido cementerio de elefantes se ha convertido, de la noche a la mañana catalana, en el órgano más determinante en el momento más difícil de la democracia española. Sí, el más difícil. El 23 F nos jugábamos la neodemocracia, ahora nos jugamos saber pasar de la adolescencia a la madurez democrática, difícil momento, muy difícil, si no, que le pregunten a algunos padres y madres.

Esta cámara, a pesar de ser alta, tiene pocas funciones y las que tiene suelen estar subordinadas al Congreso. En relación al Gobierno, sólo puede formular preguntas, interpelaciones y mociones. Sin embargo, no participa en la elección del presidente ni, por tanto, puede interponer mociones de censura ni cuestiones de confianza.

Pero la tramitación del artículo 155 de la Constitución va a dotar al Senado de un protagonismo del que nunca ha disfrutado y que jamás hubiera esperado. Una Cámara acostumbrada a que su actividad pase inadvertida para la mayoría de los ciudadanos, se verá, esta semana, sometida a un examen de máxima exigencia y espero que sepa estar a la altura.

El 81% de los senadores, el viernes 27 de octubre, a las 10:00, si nada lo evita, aprobará la aplicación del artículo 155. Entre medias, la gran incógnita, Carles Puigdemont acudirá a defender su posición ante la comisión de la cámara alta… o no. El Reglamento del Senado exige que se invite al presidente de la autonomía díscola a presentar cuantas alegaciones considere oportunas. Si el president acepta, su comparecencia debería producirse antes de que el órgano eleve su propuesta de resolución. Esta comisión de 27 senadores dejará la comodidad del anonimato y dará, o no, pista libre al aterrizaje del fracaso más absoluto de la política española.

En el Senado dejará de sonar, al menos por un tiempo, su banda sonora: Y los muertos aquí lo pasamos muy bien / Entre flores de colores / Y los viernes y tal / Si en la fosa no hay plan / Nos vestimos y salimos / Para dar una vuelta / Sin pasar de la puerta, eso sí / Que los muertos aquí / Es donde tienen que estar / Y el cielo por mí / Se puede esperar.¿Qué sonará en sus pasillos el día después?

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