Si de un buen reportaje no surge un buen titular es posible que, entonces, no sea tan buen reportaje. Digamos que de ideas certeras fluye la aseveración clara. Llama la atención la simplicidad de los artículos con los que Einstein revolucionó la realidad física, la desnudez sahariana del principio de indeterminación de Heisenberg. Muchas vueltas y tiempo está dedicando el tribunal de los ERE a deliberar y redactar la sentencia. Si no se ve, es que no está claro. Ya se conoce que no hubo un complot en el Gobierno de la Junta para delinquir ni hubo conspiración para comprar a los paniaguados, que es la tesis de Mercedes Alaya. Hubo un gran plan, pero no de esa parte, sino de quienes urdieron una instrucción disrruptiva para acabar con lo que ellos llamaban un régimen; quienes ahora han echado a sus presas sobre la juez María Núñez Bolaños. El ponente no se ha ido de vacaciones, está dedicado a tiempo completo a esta sentencia, debería sacarla antes del 27 de octubre, pero la instrucción dejó tantas preguntas que los Hechos Probados tendrán algo de ontológico. A este tribunal nunca debió llegar la cuestión de la legalidad de unas ayudas, sino a una sala de lo contencioso, pero nunca hubo terceros aludidos. Las ayudas podrían ser nulas, pero nunca criminales, más cuando fueron aprobadas por todo un Parlamento.

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