Somos de condenar, lo de la presunción de inocencia nos cuesta, a todos. No acabamos de creérnoslo, somos más de cuando el río suena, agua lleva. Del por algo será, y sobre todo de referirnos al investigado con un algo raro tiene. Esto lo hacemos siempre, cuando de todos los delitos se trata o cuando de escándalos y corruptelas va el asunto, ya saben, los másteres y las tesis, a priori, ya siempre huelen mal. Siempre solemos anticipar la condena, siempre nos es más fácil vislumbrar la culpabilidad. Siempre, con una excepción, cuando la víctima es una mujer.Cuando la víctima es una mujer, y especialmente cuando nos movemos en el campo de la violencia de género, se introducen nuevos parámetros, y ahí nos llevamos las manos a la cabeza poniendo el foco por ejemplo en las denuncias falsas -pese a que según la Fiscalía General del Estado, el porcentaje de denuncias falsas por violencia de género es "escasísimo", un 0,01%- pese a los incontestables y escalofriantes números de muertes y agresiones. Ahí, como en ningún otro delito, llegamos a poner sobre la mesa el cuestionamiento de la víctima en lugar de la conducta del agresor, cuestionamos la credibilidad, la honradez, se traen también los posibles beneficios que puede obtener la mujer con esa denuncia. Ahí, sentenciamos más despacio, porque ahí, el río lleva menos agua, el señor no es tan raro y a saber por qué lo hace ella.

A pesar de que todos tenemos un vecino, una prima, un conocido que denunció que le habían robado el móvil, que dio parte al seguro para ver si colaba…, lo de la picaresca no nos indigna en demasía, convivimos con ella y somos medio permisivos -generalizando, claro-. De hecho, en lo que va de año más de 200 cordobeses han simulado un delito para cobrar la indemnización del seguro. Pero estos casos nunca son el objeto de nuestra charla en la discusión de turno, nunca sale en el debate entre amigos, a esos no le prestamos atención. Ciertamente la picaresca existe, los ánimos espurios conviven con nosotros pero sorprende que solo sea en un cupo de cuestiones en las que la falsedad en la denuncia esté tan en primera línea. Al final es a ésta de hoy, a la única víctima que se la cuestiona.

Aprovechemos el día de hoy también para la reflexión, porque hoy, saldremos a la calle, hoy gritaremos justicia, hoy nos contagiaremos de la ilusión colectiva y visualizaremos que no estamos solas, que somos muchas, que somos muchos, que no estamos todas, faltan las muertas, que todas estamos convencidas de que este río suena, de que agua lleva, mucha, muchísima, demasiada.

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