Mensaje en la botella

El riesgo del bloqueo

Les guste o no, los partidos están obligados a entenderse y cumplir el mandato ciudadano

Llegó el día. He evitado últimamente hablar en esta columna de las elecciones andaluzas, pero hoy sí toca. Han sido dos semanas intensas de actos, peticiones de voto y anuncios de futuro -vendidas de moto también, ya lo sé-, a los que hay que sumar los dos meses previos de precampaña, que en este país se ha vuelto tan de moda, ya que parece que con 15 días no basta. He de reconocer que, con matices, no he leído ni escuchado excesivas barbaridades de los candidatos, más allá de alguna que otra acción ridícula en redes o gestos que hasta tienen su gracia. Así que, en líneas generales, se podría decir que la campaña ha discurrido -no sé si con más pena que gloria- en el marco de una normalidad democrática aceptable. No obstante, sí hay una cuestión que en los últimos días ha empezado a preocuparme, una situación posible y que se resume en una palabra: bloqueo.

Dicen que es lo que puede suceder si un partido obtiene una mayoría insuficiente para poder investir a su candidata o candidato con solvencia parlamentaria, ya que el resto de fuerzas se opondría a ello de manera clara, con lo que se entraría en una fase de obstrucción que incluso podría derivar en una repetición de las elecciones. Y eso me inquieta. Tener que volver de nuevo a las urnas sólo podría interpretarse como una fracaso, no sólo de los partidos que obtengan un sillón en la Cámara andaluza, sino de los 109 parlamentarios que ocupen esos escaños en los próximos días.

Porque cuando se avisa de esta posibilidad de bloqueo institucional, un servidor tiene por costumbre reflexionar sobre el sistema de elección que tenemos en España -el menos malo, sin duda-, que es mejorable en muchos aspectos. No sé qué equilibrio de fuerzas saldrá esta noche de las urnas, si el centroderecha ganará la partida o lo hará el centroizquierda, pero da igual. Les guste o no, los partidos están obligados a entenderse, porque deben cumplir el mandato que le hemos dado los ciudadanos con nuestro voto. El problema radica en que, en contra de lo que muchos piensan, ni usted ni yo elegimos hoy al presidente o presidenta de la Junta de Andalucía. No. Usted y yo decidimos hoy quiénes serán nuestros 12 parlamentarios -en el caso de Córdoba- en el Parlamento, una docena de personas que, a su vez, antepondrán los intereses de los partidos a los que representan por encima de los de todos. Así de triste, pero es lo que hay.

Como la mayoría, mi deseo para esta jornada es que todo transcurra con la máxima normalidad, que la ciudadanía se exprese libremente y opte por quienes consideren que representan mejor sus intereses. Pero a partir de ahí, ojalá que ni se atisbe la posibilidad de inmovilizar las instituciones. Sería irrespetuoso y un paso atrás. En sus manos está si quieren empezar a que los que estamos en este lado comencemos a tener otra percepción de nuestros políticos.

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