Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

45 revoluciones por minuto

Murió joven como Mozart y, como con él, el paso del tiempo no empequeñece su figura sino que la agiganta

En la mili, verano de 1978, Centro de Instrucción de Reclutas Santa Ana de Cáceres, hubo un concurso de imitadores de Elvis Presley. La estela de sus imitadores y epígonos lo persiguen como a Ernest Hemingway cada vez que llegan los Sanfermines a las calles de Pamplona. Dos hombres que dedicaron su tiempo a hacer más feliz y llevadera la vida de los demás a costa de la suya propia. Yo tenía veinte años el día que murió Elvis. 16 de agosto de 1977. Han pasado 45 años. El número de las revoluciones por minuto de los sencillos. Me enteré de su muerte por la radio del taxi. Hice la mili con 21 y Elvis murió con 42. No sé la edad que tendría el taxista, pero más de una vez debió llevar su música puesta para amortiguar el ruido monocorde del taxímetro. Murió joven como Mozart y, como con él, el paso del tiempo no empequeñece su figura sino que la agiganta. Ya no existe la mili, pero Elvis sigue en su sitio. Rompan filas.

La música es una de mis asignaturas pendientes. Nunca fui melómano, pero no hay 16 de agosto que no le rinda tributo. Será porque una parte de mi tiempo y del de todos se paró aquel 16 de agosto de 1977. El Betis había ganado dos meses antes la primera Copa del Rey. El Rey se llamaba Juan Carlos I y nació tres años después que Elvis. A éste nadie lo destronó, sigue reinando después de muerto. En la Iglesia gobernaba Pablo VI y el Gobierno de España lo presidía Adolfo Suárez. Elvis nació el mismo año que la actriz María Galiana y la americanista Enriqueta Vila. Ese año de 1935 el Betis ganó la Liga con un entrenador irlandés. El 16 de agosto de 1977, un músico sevillano cambió la batería por la voz para reencarnarse en los negros que alimentaban el alambique de la voz de Elvis Presley. Así nació la leyenda del rockero Silvio, no confundir por favor con Silvio Rodríguez, aguamiel de la revolución. Convertí en costumbre publicar cada 16 de agosto una entrevista con Silvio, el dios de Luzbel, látigo de Los Remedios nacido en La Roda de Andalucía, pueblo donde Sevilla empieza a hacerse malagueña, milagro donde los haya. Silvio era diez años más joven que Elvis, se convirtió en un rockero andante, el Elvis de Avellaneda. Un joven imaginero llamado Jesús Méndez-Lastrucci se salió del manual de los encargos (vírgenes, nazarenos, dolorosas, apóstoles, nicodemos) y realizó en su taller de la calle Goles un conjunto escultórico sobre Elvis Presley que viajó a su casa-museo de Memphis. Todavía está en cartel una película que lleva su nombre. El año que murió Elvis, Garci estrenó Asignatura pendiente. Además de cantante fue actor. Recuerdo una película magnífica en la que lo dirigió Michael Curtiz, el de Casablanca. Fue el Maradona del rock & roll, el James Dean de las caderas ingobernables. Yo iba en taxi. Me bajé y se quedó libre. 16 del ocho, Elvis múltiple.

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