La tribuna

Beatriz Pérez De Las Heras

Los retos de la Presidencia francesa

TRAS el no irlandés a la ratificación del Tratado de Lisboa el pasado 13 de junio, la historia parece repetirse, ya que la Unión Europea (UE) afronta de nuevo una fase de paralización de la que parecía haber salido hace un año, cuando bajo Presidencia alemana se acordaron los futuros fundamentos constitutivos de la Unión. El nuevo Tratado, a pesar de su enorme complejidad y de la ausencia de toda seña de identidad europea (bandera, himno, moneda común...), simboliza el valor del consenso alcanzado por los 27 Estados miembros, rescata buena parte de los contenidos sustantivos de la fallida Constitución Europea y refuerza la capacidad de actuación de la UE al atribuirle personalidad jurídica expresa. Sin embargo, el resultado negativo del referéndum en Irlanda hace planear ahora la duda de su entrada en vigor, al menos en la fecha inicialmente prevista del 1 de enero de 2009.

La situación de estancamiento que ha generado este inesperado revés es, sin duda, el principal problema al que tiene que hacer frente la UE en los próximos meses, ya que condiciona el diálogo político entre sus socios y afecta al funcionamiento de su propia maquinaria institucional.

La crisis sobrevenida en el último tramo de la discreta presidencia eslovena está ahora sobre el tejado de la presidencia francesa que, desde el pasado 1 de julio y hasta el 31 de diciembre, asume la máxima representación y dirección política de la Unión.

La francesa no será una presidencia cualquiera, no sólo por el país que la asume, uno de los "grandes" y, además, fundador del proceso de construcción política europea, sino también por la personalidad de su líder, el presidente Nicolas Sarkozy. Meses antes de asumir esta responsabilidad europea, en una alocución dirigida a la Asamblea Nacional, con ocasión de votarse la ley que autorizaba la ratificación del Tratado de Lisboa, Sarkozy auguraba que la presidencia de Francia de la UE sería ejemplar. "Quiero que represente de nuevo en Europa una fuerza de propuesta y una fuerza impulsora", afirmaba. Con estas palabras, el presidente francés aspiraba a restañar las heridas causadas por el no francés al Tratado Constitucional y proyectarse al mismo tiempo como el líder europeo que iba a culminar el proceso iniciado por la canciller Angela Merkel conducente a la entrada en vigor de los nuevos tratados.

El programa de trabajo presentado por la presidencia francesa está a la altura de estas ambiciones iniciales. Bajo el título Una Europa que actúa para hacer frente a los desafíos actuales, el documento desgrana los grandes retos y preocupaciones que tiene ante sí la UE y para los que la Presidencia francesa formula numerosas y grandiosas iniciativas. Entre las prioridades del semestre destacan cuatro, con sus correspondientes y múltiples propuestas: la energía y el clima (seguridad del aprovisionamiento energético, lucha contra el cambio climático, fiscalidad ecológica...), la inmigración (pacto para la inmigración y el asilo, gestión integral de fronteras exteriores...), agricultura (mantener las subvenciones europeas, participar en el equilibrio alimentario mundial...) y la seguridad y defensa (reforzar las capacidades militares y de gestión de crisis, cooperación más estrecha con la OTAN , ONU, OSCE...).

Sin duda, un programa ambicioso con el que la Presidencia francesa quiere dejar su impronta. Sin embargo, el rechazo irlandés ha rebajado el nivel de las expectativas francesas con respecto a estas cuestiones de la agenda europea.

Liderar la búsqueda de una solución a la crisis institucional actual se erige ahora en la máxima prioridad. La Unión se juega su credibilidad como potencia política y civil ante sus Estados miembros, los ciudadanos y el resto del mundo.

La tarea no se presenta fácil, ya que los obstáculos y el intercambio de presiones se multiplican por momentos (pronunciamientos de los Tribunales Constitucionales sobre el Tratado de Lisboa en Alemania y República Checa, rechazo, aunque con posterior retracto, del presidente polaco, Lech Kaczinski a firmar el documento de ratificación...).

Hace poco más de un año, recién llegado a la Presidencia de la República, Sarkozy consiguió desbloquear la negociación del nuevo Tratado en la última cumbre del semestre alemán. ¿Tendrá ahora una carta que jugar en su visita a Dublín el próximo lunes, 21 de julio? Con fórmulas mágicas o sin ellas, el activismo de la presidencia francesa está garantizado.

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