Abuen seguro que el timbre de los despertadores no habrá sonado esta mañana de la misma manera que lo hace el resto del año. Habrá graznado en su desagradable arrebato con la normalidad, llamando a la rutina a quienes hasta ayer disfrutaron del descanso veraniego. Desde ese momento, todo vuelve a ser como siempre: el camino hacia el trabajo, los compañeros, el día a día y el volver a empezar mañana hasta que llegue el nuevo verano que se ve inaccesible en el horizonte. En el paladar amargan y confortan a la vez, en imposible combinación, los recuerdos de unos días que se diseñaron con ilusión durante tiempo y que se disfrutaron según el plan previsto y según las disponibilidades económicas. Los cordobeses, en cambio, tenemos la suerte de que a la vuelta de la esquina tenemos el puente de la Virgen de la Fuensanta, la oportunidad para descansar de nuevo y para darle una vuelta al apartamento de Fuengirola.