Relatos de verano

La estatua ecuestre (2)

Corre el año 2006 y en una importante capital del sur de España, tras las protestas de asociaciones por la memoria histórica y contra su voluntad, su alcalde decide retirar la estatua ecuestre del dictador anterior jefe del Estado, que presidía su más céntrica plaza. Así lo hace saber en un bando, tras la polémica suscitada por la retirada sin aviso y con nocturnidad, que una de las promesas del periodismo local es el primero en notar a la vuelta de una noche de parranda en su día de descanso.

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En todo caso, he de informar de que se encuentra a buen recaudo y su guarda no supondrá coste adicional para el erario municipal.Por último quiero dejar constancia de que los principios de responsabilidad, seguridad y buen gobierno han presidido en todo momento mi gestión del controvertido asunto de la estatua ecuestre. Siempre he sido partidario de pasar página, de no reavivar odios que en un pasado no lejano nos condujeron al episodio más triste de nuestra Historia. Por ello siempre pensé que dejar la estatua donde estaba era lo mejor, la única manera de no soliviantar a sus partidarios ni congratularme con sus detractores. Pero parece que no es posible. El encarnizamiento con este alcalde y su equipo de gobierno ha sido atroz. Espero y deseo que mi decisión sirva para calmar estas revueltas aguas.-

EL ALCALDE. Firma ilegible.

EL GALLEGO Y LA CUADRILLA

Llevo todo el día acordándome de Camilo. De Camilo y su prosa inmarcesible, no la de esos 150 novelistas chupópteros que escriben todos igual. Que hay que ver el odio de estos tíos por los puntos. Que cogen una frase y te la alargan te la alargan y te duermen bien dormido. Un cursillo de sintaxis les hace falta, que muchos estudios y mucho exilio en la lejana Albión pero los cuadernillos de Rubio que daban en la Academia Otón no los han visto ni por el forro.  Pues tu Camilo, Camilo José para el común de los mortales, también le cogió gusto a eso, que el Cristo ese de Arizona empezaba y no acababa nunca, dirá alguno. Pero cómo me va usted a comparar la prosa de Camilo con la de estos 150 aburridos, hombre de Dios (con mayúscula, ojo, que esos mindundis lo escriben con minúscula, como si estuvieran hablando de igual a igual).

Camilo era tan grande que se ponía a escribir una novela para demostrarles a todos esos novelistillos de tres al cuarto cómo se escribe de corrido y le salía un novelón. Garciabullón, así no llegarás a académico. Descuida, que para juntarme con esos escritorzuelos que llevan el chaqué peor que los camareros del bar Gallo mejor me quedo en la Academia de don Max Aub (otro que esos 150 creen haber rescatado, cuando ya Camilo lo acogió en sus páginas de Son Armadans.)Pero bueno, a lo que íbamos.

No dejo de acordarme de Camilo por otro libro suyo: El gallego y su cuadrilla. El gallego era un torero muertohambre de los años cuarenta, cuando las cartillas de racionamiento. Un torero castizo, bragao, con lo que hay que tener. Pero la historia es lo de menos. Lo de más es el título. Porque el título lo trajo de cabeza ante su paisano, el Jefe del Estado. El señor de la estatua desaparecida, vamos, esa que nuestro alcalde ha hecho desaparecer. ¿Dónde estará la estatua? Bueno, pues Camilo escribe el libro y va y le pone ese título. Con dos...bemoles, para que luego digan que si tomaba café con él o que si era el escritor mimado del Régimen. A esos quisiera haberlos visto yo. Porque como sabían antes hasta los parvulitos, el Caudillo era del Ferrol del ídem.

Gallego, vamos. ¿Y la cuadrilla? Ay, la cuadrilla era esa panda de chuflas que entonces le babeaban y luego, cuando el viejo empezó a chochear y a temblar y se pasaba las tardes viendo la tele, empezaron a apuñalarlo por la espalda y a arrimarse al sol más calentito y a traer y a llevar al Príncipe de un lado a otro, que se reían de él a sus espaldas y le hacían cuernos y chistes y luego empezaron a pelotearle y no han parado.Bueno, pues díganos ahora el alcalde, y su cuadrilla, qué han hecho con la estatua del gallego. Y por qué tanta nocturnidad y alevosía (¿y premeditación o estos tíos que nunca meditan no pueden premeditar? Prevaricar sí, ese verbo sí que lo conocen). ¿Por qué no se ha atrevido a dejarla donde estaba, después de anunciarlo tantas veces? Un alcalde que se pliega a los deseos chantajistas de cuatro gatos no lo merece esta ciudad. ¿Memoria histórica? Pues sí, tengamos memoria.

E histórica: ¿quién quitó las alpargatas a los campesinos y les dio zapatos?, ¿quién les dio un médico y una pensión para que no se murieran trabajando?, ¿quién un pisito con baño para no tener que seguir haciendo sus cosas en un balde? A ver: ¿dónde está la estatua?¿Te has enterado del revuelo que se ha formado con el artículo de García Bullón? No se habla de otra cosa en la calle. Tenemos que hacer algo.¿Y si abrimos con una entrevista a doble página con el alcalde?No creo que funcione. Y nos alinearíamos demasiado con él. Que se nos note el plumero, vale, pero que nos vean hasta el liguero…Y sin haberlo buscado te ha salido un pareado...

Déjate de idioteces. Mira esto. Hay una división total en la opinión pública. Ya sabemos que esta ciudad es muy polarizable, muy de conmigo o contra mí, o blanco o negro, sin matices. Pero siempre en la pura teoría, claro, que en la práctica es mejor no mojarse, nos quedamos bajo este alero, que ya escampará y mejor que nos den lo que sea antes que salir a buscarlo. Pero, en fin, algo tenemos que hacer. Callando, el barco se escora del lado de ellos.Pues ficha a Bullón.

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