Estas nuevas elecciones traen novedades. A pesar del cansancio y la desilusión generalizada, hay como poco dos movimientos: el empacho de España en los eslóganes y la participación de un nuevo actor a la izquierda de una izquierda pero sin llegar a la otra, parece. Sobre el empacho, otro día. (Solo apunto: cuánto gusto por España, ahora, cuando sabemos lo incapaces que han sido). Sobre lo nuevo: más país, fíjate tú la variante, hoy. Errejón es la consecuencia de la torpeza de Iglesias.

El mundo Podemos, que es un universo, surgió con una fuerza tremenda basada en el completo desatino de los actores políticos principales, a quienes se les fue de las manos el modelo. Ignorantes del problema económico y político que enfrentó nuestro país o, peor, sabedores de lo que ocurría, pero taimados componedores del engaño, fallaron estrepitosamente en el diagnóstico. En esto acertó Podemos. Señaló bien qué pasaba, qué nos pasaba, y situó la pelota en un campo de juego que jamás practica el acomodado, ya sea de izquierdas o de derechas, porque el confort no tiene ideología: has sido tú, te crees que no te he visto, ya está bien de tomarnos por gilipollas. Subió como la espuma. Éxito, predicamento, estructura, poder, multitud, equipo y hasta tándem con tintes épicos. Ilusión. Pero, conforme creció, empezó a reñirnos. No Podemos, más bien él (vale, y luego también ella), y, sí, tic-tac. Del asalto al cielo a ver, cielo, la casa nueva, y en la de todos, mal cálculo de peso, no apoyo el primer envite de Sánchez y más Rajoy; luego, nos lo cargamos en censura con el mismo, y al final, sin presupuestos y tras votar, a la tercera la vencida, uno y otro ego, encantados de conocerse, a por la cuarta.

Entre medias, Errejón, exiliado, practica la misma política que quita el sueño a algunos y a otros nos preocupa, porque sabemos que no da remedio real a los problemas de la gente y del país, por ese orden, pero no bambolea decisiones y suma apoyos en vez de fagocitarlos. Y, sobre todo, no riñe, comprende que la gente esté harta hasta de todos nosotros, entre los que se incluye. Podemos diagnosticó bien un tiempo, pero Iglesias erró en el tratamiento, estrictamente quirúrgico, de las discrepancias. Política, Ética y Estética. Percepción. Mala percepción.

Supongo que un partido nuevo, que solo concurre en algunas circunscripciones, no revolucionará el mapa. Pero, ojo, quince diputados, por decir algo, tal como están las cosas, pueden decantar una balanza frágil, dominada por los peores liderazgos que se recuerdan. Como no serán eternos, espero, en esa zona, hay otra partida. No sé si habrá más país, pero es seguro que habrá más Errejón y menos Iglesias. La nueva política: tanto "Juego de Tronos" de los modernos para olvidarse de los clásicos; yo, demócrata irredento, soy más de Corleone, "ten cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos". Por si.

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