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Enrique Bellido / Ex Senador

El regate

HACE algunos días leía en estas páginas la carta de quien sé que es un buen aficionado al fútbol y con el que compartí años escolares, allá en el antiguo colegio Cervantes de los HH Maristas de la Plaza de la Compañía, y de juventud. Hablo de José Antonio Núñez Amado, que en su carta al director se refería a la situación por la que atraviesa el Córdoba C.F. y a la paradoja de intentar conseguir en cuatro partidos aquello que se ha ido dilapidando a lo largo de toda una liga.

Reconozco que, gustándome el fútbol, no me considero forofo de ningún equipo, aunque ello no me impida sentirme defraudado con los resultados del Córdoba, no por lo que pueda representar como sociedad anónima deportiva, que ello deberá ser preocupación de quienes la posean y gestionen, sino porque el arrastrarse deportivamente de campo en campo, en su intento por eludir ese fatídico minuto noventa en el que tantas ilusiones y puntos ha dejado en el camino, representa también que el nombre de nuestra ciudad, una vez más, en lugar de auparse a los primeros puestos de una clasificación, en este caso futbolística, coquetee temerariamente con aquellos que marcan el descenso de categoría, lejos, muy lejos, de la elite de las ciudades en las que hasta el deporte de competición representa un elemento de competitividad y proyección social.

Por ello que comparta la reflexión de mi amigo Pepe en el sentido de que tal vez en la última jornada, venciendo o empatando con la Real Sociedad, o incluso perdiendo, consigamos mantener la categoría, pero, en todo caso, la imagen que quedará, tanto para los amantes del fútbol como para aquellos a los que les duele el prestigio de su ciudad, será siempre lastimosa, sin pretender buscar culpables, que de seguro los habrá.

No quiero ni imaginarme que produciéndose en el último episodio la salvación, la afición, y quizás también las instituciones cordobesas, se volcasen con el equipo aplaudiendo tal "gesta", en una demostración de lo poco en lo que valoramos aquello que tenemos y hemos de engrandecer.

Deseo y confío, esto último no lo tengo tan claro dada la comprometida jornada cuarenta y dos que habremos de vivir en Anoeta y otros cinco campos de fútbol, que no se produzca ese descenso al que tantos guiños en forma de empates o partidos perdidos se le han hecho. Lo deseo no por salvar la cara de tal o cual jugador, este o aquél entrenador o uno u otro miembro de la junta directiva o el accionariado.

No. Mi esperanza se centra en que nuestro fútbol, el que acoge el nombre de Córdoba para representar a nuestro club, goce de una enésima oportunidad para demostrar que lo digno no es subsistir empleando en ello los mínimos recursos posibles, sino existir destinando a tal empeño el mayor de los esfuerzos, entre los que debe estar el de ilusionar a esos miles de aficionados capaces de llenar el Arcángel en un partido a vida o muerte, para que apoyen masivamente a sus colores a lo largo de toda una temporada de liga.

Ello comporta asumir un riesgo y creer en el proyecto, pero hora es ya de que en Córdoba se unan ambos conceptos en un objetivo común. De otra manera, para simplemente especular como se viene especulando, mejor es cerrar las taquillas, impidiendo con ello que Córdoba se vea amenazada de situarse al nivel deportivo de clubes -con todo mi respeto para estos equipos- como el Atlético Granadilla, Ciudad de Lorquí, Sangonera o Arandilla.

Especulación, ya que no quería retirarme esta semana sin dejar algún apunte político, como la protagonizada días pasados por el consejero de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía y parlamentario socialista por Córdoba, José Antonio Griñan, el cuál, en un alarde da chauvinismo, lejano desde luego a sus desconocidas raíces cordobesas, afirmaba que "Córdoba es la provincia andaluza que mejor está resistiendo la situación económica adversa", para añadir a continuación que nos encontramos "en una provincia que cuando se ha producido crisis en sectores como el de la construcción lo ha sobrellevado mejor porque es una economía donde tiene un peso importante el sector industrial".

Un regate, yo me atrevería a decir que una zancadilla, ya que estamos en clave futbolística, que el consejero pretende darle a la realidad económica cordobesa, casi desprovista de tejido industrial y con un sector servicios sumamente sensible a los desajustes económicos. Una cosa es que también el sector de la construcción opere en Córdoba en niveles inferiores al resto de provincias andaluzas y otra muy distinta que, porcentualmente, su fractura represente un menor riesgo para nuestra economía. Tal vez quiso decir que, como en el fútbol cordobés, cuando a poco aspiramos o con poco contamos, menor temor hemos tener a la caída o con mayor satisfacción hemos de aceptar esta cuando se produzca.

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