Cámara subjetiva

ángeles Mora

Otro regalo

UN nuevo regalo en agosto. Un polvorón en plena canícula para que nos explote en la garganta y nos ahoguemos un poquito más. Y eso que no hay gobierno, dicen. Nos lo dejó el exministro Wert, que en espíritu vuelve desde su exilio dorado para cortarnos el aliento y la misma garganta, si es posible.

De pronto aparece envuelta en papel de celofán su dichosa 'reválida', la que decidirá hacia dónde van nuestros adolescentes, no por decisión propia, por elegir un camino, sino por imposición, por cerrarles una puerta a una edad en las que todas deben estar abiertas. Es una manera de separar, de discriminar. Sabemos de sobra a quién castiga más este tipo de medidas, inaceptables en una sociedad que se precie de igualitaria y democrática. Está claro que aumentará la discriminación, la segregación social y segará muchos caminos e inteligencias.

Para la ideología que nos domina, se trata, al parecer, de crear un mundo de amos y esclavos, de señores y siervos, de poner a cada uno en su sitio. Es la senda que transita el PP, con Mariano Rajoy a la cabeza, y con ese fin ha estado toda la legislatura promulgando y cambiando leyes, deprisa, deprisa. A golpe de decreto. Sin consensuar nada. Porque la Ley Wert no tuvo consenso ni siquiera dentro del propio PP.

Rajoy estuvo siempre ahí, impertérrito, recibiendo golpes y críticas como don Tancredo. Inamovible. Ya le podíamos -y podemos- decir todo tipo de lindezas. Qué más le daba y le da, teniéndolo todo controlado, con leyes y argucias. Y con el apoyo de la madre Europa, que nos sigue amenazando desde su atalaya neoliberal, poniéndonos cada vez más cerca del furgón de cola. En nuestro sitio, a medias entre el tercer mundo y el primero: un país de servicios y turismo. Por eso estamos dejando que nuestros jóvenes más preparados contribuyan a la prosperidad de otros países y no a la propia.

Por eso, en vez de hablar como país, nos dejamos amedrentar continuamente, escuchando los cantos de sirenas que nos quieren maltratar. Y nuestros políticos son incapaces de ponerse de acuerdo, mientras los banqueros susurran en sus oídos tramposas consignas. Y por eso el miedo recorre nuestras venas, cada vez más secas, sin sangre para decir 'nosotros', para decir y decirnos cómo queremos ser y lo que no queremos.

Ciegos, sin saber reconocer al enemigo de todos, el que nos está destruyendo poco a poco, paso a paso, con el cuchillo debajo de la capa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios