Cristianos nuevos, marranos, anusim. El tratamiento variaba. Si se trataba de algún representante institucional, lo común era que utilizaran cristiano nuevo; en contraposición al cristiano de toda la vida, el nuevo era de familia conversa, no importaba en qué generación. Marranos los llamaba el pueblo llano, la mayor parte de las veces jaleados desde los púlpitos. Anusim, obligados, era una referencia más íntima, menos hiriente, más compasiva, quizás desvelada después del atardecer de un viernes de velas furtivas y bendiciones silentes. Escribo de judíos.

Esta semana pasada una infamia cumplió años. El 31 de Marzo de 1492, 23 de VeAdar de 5252, los Reyes Católicos firmaron el Edicto de Expulsión de los Judíos: para el 31 de Julio de ese mismo año, o todos cristianos, o fuera. Y el alma de Sefarad se quebró, dejando pedacitos de mujeres y hombres buenos, que dejaron su patria por no dejar su conciencia o que la camuflaron para no perder ambas. Pero, ¡ay, la luna de Nisán! También ha ocurrido que, en la ciudad que pisamos, cuna de Rambam, un libro nuevo, el segundo día de Nisán de 5777, busque la estatua del autor de la Guía de perplejos. Es la tesis de Haim Casas, cordobés del siglo XXI que -tras de más 500 años de sequía- será pronto el primer rabino sefardí nacido aquí. Haim ha escrito en inglés su tesis bajo el título "¿Es la Torah universal o solo para los judíos? Tensiones entre el Universalismo y el Particularismo en la literatura rabínica clásica". No, no la he leído. Ni yo, ni nadie aún, porque debe presentarla en próximas fechas en el Leo Baeck College de Londres para su defensa, pero tanto da, porque lo importante es que en 2017, tras siglos de un ominoso silencio cultural y ético, una obra escrita y pensada en judío por un judío, sin obligación ni rodela, alumbre de nuevo la patria que fue de todos.

Personalmente, tengo dos suertes en este sentido. A nivel particular, conozco a mi amigo y sé de su empuje y coraje para emprender la aventura de su vida, con la plenitud de su elección, para volver a hacer de Córdoba un referente mundial de la cultura sefardí, tan rica de cultivar y tan común en nuestras costumbres que, seguramente aun sin saberlo, salpica nuestras vidas hasta en la forma de lavarnos las manos, porque mucha sangre mezclada haya crecido obligada hasta hoy. Ojalá pueda ayudarle. Como profesional, mi compromiso con otros sefardíes desperdigados por el mundo para recuperar su nacionalidad española es conocido porque estoy convencido de ese derecho reparador, antes incluso de que fuera ley. Feliz retorno lo llamo, y lo ejerzo.

Y en la reparación histórica y la esperanza en el futuro, como una ironía resiliente, la luna de Nisán, ¡ay, qué luna!, ha parido en esta tierra de obligados viejos, un rabino nuevo, que además es mi amigo. Mazal tov, Haim!

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