Todo son pulgas

Cualquiera de los muchos problemas que tiene ahora España, sería, por sí solo, gravísimo

Tenía preparado un artículo costumbrista sobre nuestro desacostumbrado día a día familiar. Hoy no va a poder ser, porque daría la impresión de una dulce anormalidad hogareña, que, aunque la vivimos, por fortuna, no es, por desgracia, el caso. La situación social y política se está complicando por momentos y hay que dar cuenta (darnos cuenta) de lo que tenemos encima.

Ya tendríamos de sobra con la pandemia. ¿Cuántos muertos de los que no sabemos los nombres ni los rostros? Cruzan como espíritus, como el padre de Hamlet, por nuestro subconsciente colectivo, y así los tenemos presentes, y en nuestras oraciones. Los pacientes que se curan vuelven de la enfermedad advirtiendo que es terrible, nada de una simple gripe, como se dijo irresponsablemente.

A eso, que bastaría para atenazarnos, se junta un presidente desbordado, que llega tarde (literalmente) a todo. Iglesias se lo ha visto, y está aprovechando el vacío para postularse. Usar esta crisis para ganar poder ya sería inmoral, pero es que, además, es contraproducente, en cuanto que la ideología populista que nos quiere colar de matute es ruinosa, como demuestran la historia y la geopolítica. Si fuese una ideología liberal-conservadora la que quisieran meter por la puerta de atrás en estas circunstancias, sería igual de inmoral; pero no tan estúpido. Nadie habla de la vulneración del principio de representación democrática que implica todo esto. Sánchez, perdiendo diputados, ganó las elecciones, pero prometiendo a diestro y a siniestro que jamás pactaría con quien pactó acto seguido, que es quien ahora le está haciendo la cama.

Todo viene acompañado de un recorte brutal de los derechos individuales, sociales y políticos. Al socaire del necesario estado de alarma se socava el imprescindible Estado de Derecho (¿cubre o no cubre la autorización del Congreso estas medidas?, ¿se aprueban decretos que no están redactados?). Encima, la economía manda señales agónicas. A lo que hay que sumar que la UE no está dispuesta a financiarnos la crisis. Se atisban a lo lejos los afilados perfiles de los hombres de negro.

Necesitaríamos un Gobierno de concentración como mínimo y con urgencia, pero estamos desconcentrados. A perro flaco todos son pulgas; por eso, hemos de hacernos fuertes en lo que aún tenemos. Desde esa perspectiva, sí que podremos hablar del costumbrismo familiar de estos días, cuartel de invierno, último refugio.

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