La vuelta olímpica

Francisco / Merino

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LA competición está poniendo al Córdoba en su sitio, que no es el que le corresponde según conclusión generalizada de todos cuantos intervienen en la (re)construcción de este club que siempre da la impresión de estar a medio hacer. Metido ya en puestos de descenso, necesita cambiar una dinámica perdedora que ha hecho que se extienda el virus del desasosiego por todos los rincones de El Arcángel. El asunto es que hay que frenar por todos los medios una tendencia que puede conducir al equipo hacia lugares que es mejor ni mencionar. Tras el desembarco de Luna Eslava en el banquillo, el punto de mira se centra ahora en el director deportivo y su papel en el mercado invernal.

Ayer tocó gira por los medios de comunicación para vender tranquilidad y sosiego, que no son malas mercancías para los tiempos difíciles que (re)vive el CCF. Emilio Vega aguanta el chaparrón como buenamente puede, acomodándose en los regazos más afines. No se le puede culpar de ello. Es una reacción humana buscar cobijo cuando hay tormenta. Pero más allá de eso, hay que actuar. Que le juzguen por los resultados y que le piten si no los hay es lo más normal en un mundo del fútbol en el que, como ha dicho Caparrós, "se pasa de puta a monja en dos minutos".

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