Tribuna

Grupo Tomás Moro

El primer tesoro de España

Muchos conocen ya el resultado del concurso promovido por Antena 3 destinado a la composición de una lista con los nombres de "Nuestros 12 Tesoros" nacionales más relevantes, resuelto en la noche del 31 de diciembre pasado. De las 9.000 candidaturas propuestas había que llegar a 20 finalistas entre las que se contaba el primer monumento cordobés, y para entre ellas escoger las 12 más preeminentes. Es de notar que entre las finalistas aparecieran tres conjuntos monumentales de Andalucía: La Alhambra de Granada, la Catedral de Sevilla y la Mezquita de Córdoba, lo que pone de relieve las posibilidades turísticas de la región si se conduce acertadamente su conocimiento.

Como primera entre todas y ganadora quedó la Mezquita de Córdoba. No cabe duda por otra parte que los promotores permanecen anclados en la literatura de viajes del siglo XIX que devolvió al monumento su antiguo nombre a partir de las primeras traducciones de las crónicas hispano-musulmanas, sin tener en cuenta que ya había dejado de ejercer tal función hacía más de seis siglos desde el momento en que se dedicó al culto cristiano. No resulta extraño por eso que más de un despistado pregunte a algún clérigo de la Catedral si es canónigo de la Mezquita. Hasta el momento, que sepamos, las mezquitas que en el mundo son aún no tienen canónigos. ¿O llegará hasta ahí la Alianza de Civilizaciones?

No es la primera vez que en una encuesta nacional aparezca como el monumento español más original la hoy Catedral de Córdoba. En una de ellas, no hace mucho, fueron los arquitectos de España los que se pronunciaron a su favor. Los cordobeses no podemos quedarnos boquiabiertos ante tantos testimonios de predilección. Como boquiabierto se quedó, según nos cuentan, el concejal de turno que en esa noche no fue capaz de articular una frase correcta ante el periodista de Antena 3, ni una expresión ennoblecedora del monumento. ¿Seguirá tal concejal en su puesto en 2016? Tendremos que preguntarnos qué tiene de singular la antigua Mezquita de Córdoba para convertirse en centro de todas las miradas, en el recuerdo más fielmente guardado, en el viaje más añorado, en la admiración de su belleza, en la nostalgia de volver a pisar sus rebates, en el primer monumento de España.

En primer lugar, la admiración surge cuando hay creación, sea ésta venida de la mano de Dios o salida del artificio del hombre. Como se ha escrito recientemente, el Islam mediterráneo fue creador mientras estuvo en contacto y abierto a la cultura de Grecia, Roma y Bizancio, y así se advierte de inmediato nada más pisar los umbrales de la antigua Mezquita de Córdoba. El Islam no hizo otra cosa, sobre todo en sus primeros tiempos, que revestirse de ropas ajenas, ya fuera en arte o filosofía, y casi todo lo que percibe el visitante, sobre todo occidental, es que aquí se encuentra en un ámbito con el que se identifica porque ha nacido del helenismo, sustrato de la arquitectura occidental y mediterránea. Un helenismo, que por el Imperio romano, sea de Oriente o de Occidente, llega hasta el siglo X con la exquisitez de los mosaicos bizantinos, de la luz y de las cúpulas armenias de Córdoba. Nada de lo original que muestra la antigua Mezquita procede de Arabia. No es lo oriental, por tanto, lo que subyuga a los que la contemplan, aunque así se lo crean o se lo expliquen.

Nada de extraño tiene que en fecha muy temprana un cordobés, que había viajado por el mundo mediterráneo a mediados del siglo XV, la incluyera entre las maravillas del mundo: "un templo -decía- que es gloria de España y señal distintiva del honor de Córdoba".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios