Tinta y borrones

Las primarias y el aparato

Alarcón ha acabado soltando toda la artillería contra el aparato, el mismo que la llevó al Parlamento

Solo el tiempo dirá si la tensión en el PP cordobés queda superada tras la firme victoria de Adolfo Molina o las heridas que se han abierto seguirán supurando más allá del congreso de 3 de junio. Está claro que las primarias pasan factura en cualquier partido, ya sea en el PP, en el PSOE -se está viendo- o en los adalides de la participación como Podemos, donde el proceso surgido entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón ha sido de los más duros que se han visto en la política, tanto durante el enfrentamiento como por las consecuencias que ha tenido después para el equipo perdedor. En el PP, a mi entender, se les ha ido de las manos estas primarias para elegir al presidente provincial, cuando prácticamente lo tenían hecho. Estaban tan tranquilos dando por hecho la permanencia de José Antonio Nieto que el anuncio de que no podía repetir los dejó, digan lo que digan, descolocados. Y no se ha gestionado de la mejor manera posible. La reunión de los 30 notables ese Miércoles Santo tardará mucho en ser olvidada por algunos en el partido.

Que Adolfo Molina ha tenido a favor el aparato -y que eso ha sido determinante en el proceso- es evidente. Igual que a Rosario Alarcón la animaron para dar el paso los mismos que luego le dijeron que se quedara quieta. Pero ya era demasiado tarde. Alarcón empezó prudente pero ha acabado soltando toda la artillería contra el aparato. El mismo aparato que la colocó en puestos de salida en las municipales de 2011 de la mano de José Antonio Nieto y el mismo aparato que la puso de parlamentaria andaluza, puesto que todavía mantiene. Lo que no resulta muy coherente es que se ataque a la democracia interna del partido cuando te perjudica pero se siga manteniendo un cargo público al que se ha llegado sin mucho proceso de participación que se diga.

Esto no quita que la parte oficial del PP se ha metido en demasiados jardines para un proceso en el que no había demasiado peligro. Y ahora no se sabe si ese sector crítico que ha vuelto a poner encima de la mesa los errores que el PP arrastra desde hace años -y que permanecían latentes pese a la unidad lograda en torno a Nieto- habrá causado más daño de lo previsto. O también puede pasar que los descontentos empiecen ahora a mirar con buenos ojos al aparato, porque esto va por barrios y según conveniencia. La política.

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