La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El presidente títere

No fue aguantar el chuleo de Rufián y Aizpurua el punto más bajo en la caída del PSOE. Fue el discurso de Lastra

No fue el chuleo de Rufián -"si no hay mesa no hay legislatura"- ni el de la señora Aizpurua, que fue condenada a un año de cárcel por apología del terrorismo -"o se aborda una agenda democratizadora real o no tendrán nuestro apoyo"-, lo que marcó el punto más bajo alcanzado por el PSOE en estos 40 años de democracia. Ni tan siquiera el silencio servil de Sánchez. Fue el discurso de Adriana Lastra. Los ataques de la oposición entran en la lógica parlamentaria. El chuleo de sus apoyos independentistas, y la sonrisa forzada o la cara de póquer con que Sánchez los aguantó, es el precio de su presidencia. Pero el discurso de Lastra era la voz del partido. Por lo tanto, es este PSOE preso de los extremistas el que sostiene por su boca que la oposición ha "amenazado de forma implícita y hasta explícita con un golpe de Estado", que la derecha está "dispuesta a todo cuando pierde" y que es ahora cuando "la democracia se abre paso". Y, lo peor: hay que tener poca vergüenza para presentarse, con los apoyos de Unidas Podemos, ERC y Bildu, como la alternativa moderada y progresista a una derecha radicalizada.

Colonización del espacio conservador por la ultraderecha, dijo Sánchez refiriéndose al PP, Ciudadanos y Vox. Y lo decía mientras dejaba que la extrema izquierda populista, los independentistas anticonstitucionalistas y los pos etarras colonizaran y humillaran el espacio socialdemócrata que él y su partido representan.

Culmina la estrategia de tensión iniciada por Zapatero. La derecha y la izquierda extrema y populista tiene una representación que jamás ha tenido. El frentismo se ha instaurado. Las alusiones al Frente Popular y al franquismo se multiplican. Quienes defienden sin disimulo -sinceros son, por lo menos- la independencia de dos regiones de España tienen un poder que jamás han tenido porque tienen al Gobierno en sus manos. Se ha insultado al Rey, negado que en España haya una auténtica democracia, elogiado a los etarras, despreciado al poder judicial e invitado a desobedecer las leyes o retorcerlas. Se ha dicho la barbaridad de que la democracia está por encima de las leyes y se ha expresado alto y claro la voluntad de acabar con el "régimen del 78". Y Sánchez se lo ha tragado. E incluso lo ha agradecido. La Moncloa bien vale España. Aunque él la convierta en un teatro de títeres con sus apoyos moviendo las cuerdas de las que pende este presidente marioneta.

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