La esquina

No te lo pones, no se lo pones

BAJA la venta de coches, cestas navideñas, electrodomésticos y ropa. No digamos la venta de viviendas... Por la crisis, claro. Pero baja también la venta de condones, un fenómeno insólito que no creo que esperase ni el predicador anti anticonceptivos más furibundo y más pagado de la eficacia de su palabra.

¿Acaso con la crisis se hace menos el amor? ¿La recesión lo es también de la actividad sexual? No lo parece. No se ha reducido, que se sepa, el número de coitos en España, simplemente se sabe que se ha reducido el consumo de condones. Ciento veinticinco millones de preservativos se vendieron en 2008. Son muchos, aunque seguramente mal repartidos. Pero es un 2% menos que en el año anterior, a pesar de haber mejorado la oferta a base de sabores y estimulantes diversos.

El caso es que el condón resulta ser el método anticonceptivo más extendido y popular, casi el doble de utilizado que la píldora y abrumadoramente por encima del DIU, la ligadura de trompas o la vasectomía. (La interrupción del coito y el naturalísimo Ogino, estrellas de otro tiempo, ahora son insignificantes por su frecuencia). Los jóvenes tienen el condón como método de cabecera... pero no lo usan tanto como presumen. Y esa es la causa de que haya descendido su venta. Hoy día ningún producto generalista triunfa si su consumo no se asienta en el segmento juvenil de la población.

En fin, muchos jóvenes no se lo ponen ni se lo dejan poner durante los prolegómenos del acto. Esto tiene que ver, según los sociólogos, con la imprevisibilidad que rodea actualmente las relaciones sexuales de los jóvenes. Realmente no saben cuándo van a hacerlo y el estado en el que practican este sexo inesperado suele ser de tal euforia, más o menos alimentada por el alcohol u otras sustancias, que, la verdad, no están para pensar en condones. Tampoco la perspectiva de un embarazo no deseado es un valladar poderoso: ahora es fácil conseguir la píldora del día después y, en última instancia, queda el recurso al aborto, que las jóvenes generaciones, y sus familias, han banalizado bastante. (Más de seis mil adolescentes con menos de 18 años abortaron en 2007).

Cierto que este desprecio del preservativo ha traído un repunte de las enfermedades de transmisión sexual. El sida, sin ir más lejos, o la sífilis, que creíamos medio erradicada. Paradójicamente, es el éxito de la lucha contra el sida lo que ha relajado el uso del condón. Se piensa que es una enfermedad crónica, de la que casi nadie se muere, de modo que no pasa nada si uno la pilla por fornicar sin precaución. Bueno, pasa que estás toda la vida dependiendo de los medicamentos y pendiendo de las complicaciones. Pero eso muchos jóvenes ni se lo plantean.

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