Mensaje en la botella

En política no hay muertos

Si no hubiera municipales, Casado podría estar en su casa, como Díaz tras el 2-D

Todavía colean los resultados de las elecciones del domingo pasado. Mucho se ha escrito y poco se sabe del futuro, más allá de que Pedro Sánchez quiere gobernar en solitario y que eso de una coalición como quiere Unidas Podemos parece una tarea difícil. No obstante, la noticia de la semana ha sido el varapalo del PP de Pablo Casado y la enmienda a la totalidad que le han hecho sus barones y baronesas, que le han llamado a capítulo por sus excesos, errores, ineptitud y bisoñez a la hora de afrontar la campaña electoral.

El resultado ha sido desastroso, eso nadie lo pone en duda, pero de ahí a que el PP vaya a desaparecer del mapa político o que Casado sea ya una historia del pasado, va un trecho. Y no porque el hasta ahora torpe presidente nacional de los populares no se lo haya ganado a pulso, sino porque la historia reciente de este país dice que en política no hay muertos. Que se lo digan al que ha ganado las elecciones. Pedro Sánchez fue defenestrado, arrinconado y apartado de la dirección del PSOE. Nadie daba un euro por su figura y, sin embargo, recuperó la secretaría general de su partido, propició una moción de censura y llegó al poder. O a Juanma Moreno y su acceso a la presidencia de la Junta.

Algo similar a lo de Casado, con matices, se puede afirmar de Susana Díaz, cuya arrogancia e incapacidad le llevó a dejarse vencer por el bloque de las derechas y perdió medio millón de apoyos en Andalucía. El mismo número de votos que ahora ha recuperado Sánchez y que, según algunos, le va a costar a Díaz su salida de la secretaría general del PSOE andaluz. De hecho, en esta Córdoba nuestra ya ha habido alguna reunión al respecto y que nadie descarte que se promuevan novedades orgánicas a nivel provincial que luego se puedan trasladar a lo andaluz.

La lógica dice que si no hubiera elecciones municipales en unas semanas, Casado ya estaría en su casa, al igual que Díaz tras el 2 de diciembre si no estuvieran al caer las generales. Pero una cosa es el deseo de algunos y otra muy distinta las vueltas, giros y casualidades que tiene la política. Nadie se cree que Susana Díaz pueda reconvertirse ahora al sanchismo ni que Casado gire al centro, si bien en el caso del presidente popular hay agravantes, como su admiración por Aznar, que si algo ha demostrado siempre es que solo se quiere a si mismo. Nada que ver, por ejemplo, con Mariano Rajoy.

Si nos vamos a Ciudadanos o Podemos, pues algo parecido podríamos decir, ya que en ambos partidos el caudillismo de sus líderes les puede generar problemas a corto plazo y algunos de sus dirigentes empiezan a cansarse. En cualquier caso, que nadie piense en defunciones en términos políticos, ni para Casado ni para cualquier otro u otra dirigente del espectro político patrio. Aquí, hasta los muertos pueden resucitar, siempre que el finado en cuestión quiera, le sonría un poco la suerte y sepa, además, buscarla. Tiempo al tiempo.

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