Mensaje en la botella

De planes y herencias

Hay que dar un margen de confianza al cogobierno, como también se hizo con el anterior

Me encantan que los planes salgan bien!, decía el personaje de John Hannibal Smith en la serie El Equipo A. Y ojalá que sea así en el caso de Córdoba, porque el cogobierno de la ciudad se han lanzado a eso, a anunciar planes para tratar de imprimir su sello a lo que es la gestión de una capital en la que los problemas son muchos, algunos demasiado enquistados.

Para el que haya perdido la cuenta, en esta semana que hoy acaba hemos conocido que hay intención de poner en marcha un plan de apoyo a las personas sin hogar, que son demasiadas en Córdoba y para las que no hay espacio suficiente en el centro de acogida municipal. Otro de los anuncios ha sido el de revitalización del Casco Histórico para fijar la población en esa zona y, además hacer compatible actividades como el turismo o el comercio con el día a día de los vecinos. El tercero ha sido el plan de Sadeco para mejorar la limpieza viaria de los barrios, una actuación que se extenderá durante al menos cuatro meses.

La verdad es que nada que objetar a todas y cada una de estas iniciativas, más allá de que seguramente los que gobiernan se vienen arriba tratando de hacer ver que se trata de unas medidas magníficas y la oposición -bueno, la que queda, porque el PSOE está desaparecido- pues matiza que no es oro todo lo que reluce y que hay lagunas. En fin, las cosas propias de la política, tan necesaria en estos tiempos aunque en realidad estemos cansados de los políticos, que es otra cosa distinta.

Me parece que hay que dar un margen de confianza al cogobierno de PP y CS en todas esas propuestas, como se le dio en su día al anterior de PSOE e IU. Las buenas intenciones se presuponen y asuntos como la limpieza de las calles, la realidad de la zona histórica de la ciudad o el llamado sinhogarismo importan a los vecinos mucho más que los debates estériles sobre cuestiones que ni siquiera son objeto de una posible solución en el Ayuntamiento.

Dicho esto, no todo son parabienes para el gobierno municipal. Y es que esta semana ha caído en la tentación de todo nuevo gobernante en cualquier institución pública hacer referencia a la herencia recibida. Ha ocurrido en Hacienda, donde sus responsables han señalado que la situación es peor de lo que pensaban, o en el área de Seguridad a cuenta de la situación del personal de bomberos o la policía. Me parece que recurrir a ese discurso puede interpretarse como un gesto un tanto de egoísta de culpar de entrada a otros por si a ellos no les salen bien las cosas. Además, como he dicho en más de una ocasión, lamentarse de la mala gestión de los que estaban antes roza un poco el absurdo, por aquello de que, si la herencia fuera buena, seguramente seguirían en el poder los anteriores gestores y la ciudadanía no hubiera apostado por el cambio. Así que no cuela.

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