En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

El pequeño de la Patrulla-X

Hubo un tiempo, entre mi niñez y mi adolescencia, en el que devoraba los cómics de la Patrulla X -ahora llamados los X-Men-, aunque he de reconocer que yo siempre fui más de Spiderman, el hombre araña era mi favorito. No obstante, gracias a mi inmortal amigo Pepín, me fascinaban aquellos superhéroes mutantes que en algunos casos eran casi repudiados por la sociedad por ser diferentes, porque estarán conmigo en que ser diferente en este mundo de hoy en día es muchas veces un hándicap. Hasta que no cumplí años no me di cuenta de la metáfora que contenían esas aventuras. Algo que se ve precisamente en un cómic de 1982 de esa mi Patrulla-X firmado por Chris Claremont y titulado Dios ama, el hombre mata. La historia narra el enfrentamiento entre el grupo creado por el profesor Charles Xavier y un nuevo movimiento antimutante, comandado por William Stryker, un religioso que ve al homo sapiens superior como una aberración demoníaca. Cuando lo leí por primera vez, mi todavía inocencia prefería quedarse con que Cíclope era el líder del grupo, mientras Tormenta se le acerca a pasos agigantados y la popularidad de Lobezno crecía; que Rondador Nocturno era el alegre elfo aventurero; y que Coloso era el caballero metálico que intentaba esconder su timidez mientras sentía algo especial por la última incorporación a la patrulla, Katherine Kitty Pryde.

Pero, insisto, la historia que cuenta Dios ama, el hombre mata, su esencia, va mucho más allá que todo eso. Un día, mi hijo, tras leer ese cómic que aún conservo, me dijo que se sentía como uno de esos mutantes, esos seres diferentes que viven a contracorriente. A él, nacido con una enfermedad rara, le costaba y le cuesta encontrar su sitio en una sociedad que no se quiere acostumbrar al diferente. Él, que es un auténtico superhéroe en lo que entregarlo todo a los demás se refiere, un corazón puro que sigue pensando equivocadamente que todo el mundo es bueno. Mi pequeño gran crack. Tan diferente que si tiene que elegir a un superhéroe al que imitar, no le llama la atención ni Spiderman, ni Superman, él es de Deadpool, "un antihéroe como yo", suele decir. Pero para nada es un antihéroe. Él es un superhéroe con mayúsculas, un SUPERHÉROE acostumbrado a nadar en la vida como un salmón a contracorriente. Como le ocurre a tantos y tantas que, como él, tienen alguna de esas enfermedades raras, esas que sufren cinco de cada 10.000 personas en Europa. Lo malo de ello es que al afectar ese tipo de patologías a poca gente, al ser poco frecuentes entre la población, no se redoblan los esfuerzos para investigarlas, no son una prioridad para la Administración. Con todo ello, ahora mi hijo también se siente el pequeño de la Patrulla-X.

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