La Rayuela
Lola Quero
De beatos y ‘non gratos’
Su propio afán
En la boba adolescencia, ya me chocó darme cuenta de que a mi padre lo que más le fastidiaba de mis notas era el aprobado por los pelos, el cinco raspado, el huy, el uf. Le daba muchísima rabia, que reprimía, pobre, a duras penas. Aspiraba a que aspirase a la excelencia. Si suspendía, todavía estaba el verano para sumergirme en la asignatura y sacar al menos un notable en septiembre. El aprobadillo significaba para él (y tenía razón) que me escapaba con sólo las cuatro reglas de la asignatura y que la había dejado atrás para siempre. Con la nostalgia lúcida de la madurez, me admira la finura de mi padre, capaz de casi celebrar los suspensos como una segunda oportunidad, pero alérgico a las chapuzas y los atajos.
No lo cuento para recrearme en los viejos buenos tiempos. La pregunta que tanto nos hacemos sobre si saldremos mejor o peor de esta crisis me lo ha traído a la memoria. Porque puede que salgamos con un cuatro y medio, más las décimas de lástima.
Las decenas de miles de muertes, los cientos de miles de afectados, los familiares, los millones de perjudicados por la crisis merecen que el Estado y la nación hubiesen hecho los deberes y se planteen reformas estructurales a fondo. Habría que analizar qué distorsiones políticas e ideológicas sufre este país que no le ha permitido reaccionar con la eficacia de Portugal, al oeste, o de Grecia, al este, o de Alemania, al norte, o de Nueva Zelanda, al sur. ¿En qué estamos gastando nuestro tiempo, nuestro talento, nuestro presupuesto y nuestra ilusión que no es en un sistema sanitario con tantos agujeros como los barcos carcomidos que compraba Fernando VII a los rusos, a pesar del heroísmo de nuestros marinos entonces, recién salidos de Trafalgar, y de nuestros médicos y enfermeros ahora?
La aprobación del estado de alarma in extremis y por la mínima, juntando en una buchaca los votos de Cs con los del PNV con los de Podemos, puede darnos la medida del cinquillo al que se aspira. ¿No se nos hurta un debate con consecuencias sobre el alcance y las medidas de la alarma y de lo que la alarma nos va colando por la puerta de atrás, y la posibilidad de incluir medidas correctoras? Como con su tesis, a Sánchez hay que reconocerle la capacidad de ir aprobando trámites sin aprovecharlos. El título de Manual de resistencia es lo mejor de su libro. Quizá pueda inspirar a los malos estudiantes como método para el ansiado 4,75.
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