Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

80 pavos

La presidenta tiene una cuenta corriente con 80 euros. ¿Y qué? ¿Le pasamos el número de Cofidis?

La presidenta de Andalucía y candidata a seguir siéndolo tiene 80 pavos en el banco. Ya tiene algo. Hay quien no tiene nada. O si tiene son números rojos, mucho más rojos que ella. Pues eso, como a la señora gusta decir, tiene una cuenta corriente de lo que se da en llamar un tieso, en este caso una tiesa. Parece que es una cuenta corriente en la que crecen las telarañas en la que caen las moscas que la sobrevuelan. Y así ella será recordada como la menesterosa que firmaba acuerdos con el Íbex 35. (¡Ah!, un momento: la presidenta es titular de un depósito bancario de 30.000 euros.)

La fiebre por la transparencia ha terminado sacando a la luz datos tan estrambóticos como inverosímiles con efectos dispares: desde la hilaridad a la indignación. Pero los políticos presumen así de ser personas sin secretos, o al menos sin esa clase de secretos que el electorado, desde hoy llamado a rebato, no quiere que se tenga con él. O eso es lo que le ha inculcado la dirigencia en un astuto ejercicio practicando un supuesto verismo que impida la imaginación calenturienta de la plebe, ciega con tanta claridad.

¿Para qué quiere saber uno que la presidenta tiene 80 pavos en su cuenta corriente? ¿Queda esa curiosidad enfermiza de algunos satisfecha con la información de ese saldo macilento? El 2-D, ¿qué va a importar más, la poca pasta que dice que tiene o si ha hecho bien su trabajo o su gestión ha sido nefasta? Vale: así que 80 napos tiene esta señora en el banco. ¿Y qué? ¿La aplaudimos? ¿La sacamos a hombros? ¿La votamos? ¿Nos compadecemos de ella? ¿Le prestamos algo? ¿La invitamos a un café? ¿Le pasamos el número de Cofidis? Lo mismo ocurre con el resto de candidatos y con los que quieren ser parlamentarios. Ahora nos cuentan que tienen esto, tienen lo otro, tal o cual vivienda, no la tienen, están alquilados o realquilados o viven con su madre o con un perro cojo. Ya puestos, nos pueden decir si les huelen los pies, si se depilan a fondo o si les gustan los chicharrones. No dudo que para ciertos votantes quisquillosos alguna de estas circunstancias pueda ser determinante para decidir su papeleta: un vegetariano coherente -no digo ya un vegano de esos- no puede votar de ninguna de las maneras a alguien que se atiborra de chicharrones. Así que tendrán que seguir haciéndolo en secreto, sin que nadie se entere. Por el voto. 80 pavos dan para un papelón gigante. Con mucha cerveza. Y eso, la noche del 2 de diciembre, lo mismo puede servir para celebrar la victoria o para consolarse en la derrota. 80 pavos. Ya te digo.

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