Qué le pasó a la gente? Es la pregunta que se hacía hace unos cuantos años un conocido cantante argentino a raíz del escaso eco que había tenido uno de sus discos -bastante malo, por cierto- y ante el nulo interés del público por asistir a sus conciertos. Les diré que aquella mala racha pasó y que hoy el artista gaucho sigue teniendo una reputación musical más que aceptable. Pues eso mismo se estarán cuestionando los partidos políticos -o la mayoría- a cuenta de lo que está ocurriendo en este país, una realidad a la que Córdoba no es ajena, con el matiz de que ellos pensarán en la intimidad algo así como "¿qué le pasó al votante?". Y es que todo está cambiando muy rápido en los últimos tiempos, tanto que ya nadie se atreve a pronosticar nada. Los que ayer gobernaban, hoy están fuera y los que controlaban en solitario su espacio ideológico -a la izquierda o a la derecha- se encuentran con adversarios a los que no tienen más remedio que convertir en aliados para ejercer el poder. Esto ya no es cosa de dos, decían algunos. Otros auguraban el fin del bipartidismo para dar paso a un tablero de cuatro, el mismo que se ha hecho trizas y ahora cuenta con cinco jugadores. En fin, un sindiós. Lo cierto es que ya nadie controla nada y en política no hay derrotados de por vida, porque todo puede cambiar en apenas unas elecciones. Qué se lo digan a Pedro Sánchez o a Juanma Moreno.

En esta Córdoba nuestra parece que también estamos en esas, en la locura de a ver cómo y de qué manera se presenta cada partido a las elecciones de mayo para reconquistar o mantenerse en el poder. Resulta que de la imposible confluencia a la izquierda del PSOE se ha pasado en apenas unas semanas a un acuerdo entre IU, Podemos, Ganemos y Equo para ir juntos a esos comicios, si bien ahora están en la fase de disfrazar lo que ya es un secreto a voces en un acuerdo asambleario el próximo domingo y así justificar su alianza con la excusa peregrina de que es "lo que pide la gente".

Un poco menos a la izquierda, en el PSOE, aún se lamen las heridas de su salida de la Junta tras cuatro décadas y se conjuran para que ese fracaso no tenga su reflejo en las locales. Difícil lo tienen, sobre todo si se empeñan en la fórmula de más de lo mismo. En el PP parece que se conforman con lo que sea con tal de gobernar, aunque para ello haya que reeditar el acuerdo de la Junta con Ciudadanos y Vox -que se limitan a estar crecidos y a esperar buenos resultados, poco más-.

Pero más allá de estrategias, los hechos muestran que una ciudad como Córdoba, donde nunca había gobernado el PSOE, alcanzó la Alcaldía cuando la izquierda se presentaba más fragmentada. La historia también dice que el PP ha dirigido Capitulares por debacle de la izquierda, pero que se ha quedado a las puertas en varias ocasiones por carecer de aliados para gobernar. IU, partido histórico en Córdoba, ha visto como su alianza -en realidad sometimiento- a Podemos la ha condenado al fracaso en las urnas. Son sólo algunos de ejemplos que demuestran que ocupar en solitario la izquierda, el centro o la derecha no es garantía de éxito. Por contra, -véase Juanma Moreno- es posible gobernar con un mal resultado y con compañeros de viaje ideológico cerca. Así las cosas, la pregunta sería: ¿qué les pasó a los políticos? ¿No se enteran?

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