Los pantanos

No existe relación alguna entre la sanidad de un país y quienes pueblan sus cárceles

Muerto Fidel, espadón caribeño de locuacidad hiperbólica, descubrimos que el franquismo, aquello que se llamó el franquismo sociológico, aun sigue alentando entre nosotros. Basta leer a los comentadores y exégetas de Fidel Castro para que nos venga a la memoria aquel bobo argumento de los pantanos, que aún se usaba en los ochenta. "Es que Franco ha hecho muchos pantanos". "Es que Franco construyó el Tajo-Segura"… Con el castrismo ibérico ocurre igual, sólo que aplicado a una parcela diferente: "Es que la sanidad en Cuba…". "Es que la educación…". Sin ánimo de comparar la sanidad franquista y la castrista, cosa que los admiradores de Fidel Castro quizá no hayan hecho, hay que decir, no obstante, que el problema nunca fue ése. El problema, y un problema crucial, hijo del XX, es que el señor Franco Bahamonde y el señor Castro Ruz dispusieron la sanidad, la ortopedia y la ciencia registral sin consultar al resto de sus compatriotas.

Comparando los resultados de uno y otro, y de gallego a gallego, debemos concluir que los logros del castrismo son muy pobres. Sin embargo, acudiendo a esta comparación nos alejamos de la perspectiva adecuada. Nadie duda de que la Alemania nazi era un país ordenado e higiénico (¡y tan higiénico!), con altas tasas de crecimiento. Y tampoco cabe dudar de la colosal industrialización de la URSS, que Chaves Nogales atribuía, no a una urgente aplicación de las tesis marxistas, sino al soberbio empuje del nacionalismo paneslavo, hoy encarnado en Putin. Las dudas, si las hubiere, vienen de otra parte. Y es esa parte la que los exégetas y pantanólogos de diverso orden se resisten a ver. Lo cierto es que no existe justificación alguna para el caudillaje. Y no cabe argüir logros económicos contra este principio, pues hasta el más necio de los dictadores sabe que su supervivencia se halla vinculada al bienestar, por modesto que sea, de sus súbditos. Si se trata de celebrar los éxitos sociales y económicos de una dictadura, supongo que el señor Iglesias habrá solicitado ya, y con mayor motivo, que repongan las estatuas ecuestres del Caudillo. Si se trata de alentar y propiciar la democracia en Cuba, no existe relación alguna entre la sanidad de un país y quienes pueblan sus cárceles.

Hasta donde sabemos, la democracia no es una cédula de reaseguro. Y tampoco la lista de los reyes godos. En democracia -qué le vamos a hacer-, la sanidad y la educación no pueden delegarse en un verboso e inicuo matarife.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios