El acento

Juan Carlos López Eisman

P obre y triste escuela

A lo que parece, no hay manera de librar a la escuela de un sambenito que le martiriza y le echa una carga inaudita y además estéril. Son un par de tópicos que se fundamentan en la vieja ingenuidad, por una parte, de ideólogos y doctrinarios que creen a pie juntillas que sus creencias y sus convicciones se transmiten tal cual en este foro y consideran que el sistema es un altavoz eficaz y convincente de fes y de credos. Y, por otra, a los que J. Carabaña llama los reformadores morales que cargan en el débito de la escuela el que los jóvenes no sepan utilizar el tenedor, anden jugando con las drogas, no muestren cultura cívica ni buen manejo ante los semáforos o el medio ambiente. Y así desde esta posición de credibilidad unos y otros están dispuestos a plantear todas las batallas ideológicas, religiosas, políticas, económicas o sociales que hagan falta para conseguir unos minutos dentro del horario escolar o un rincón en el edificio que les sirva de emisario para lo que quieren transmitir. Mientras, engordan el tinglado al tiempo que liberan la conciencia de la gente echándole al sistema educativo la culpa de todos los desmanes sociales.

Pero cuando otra vez un nuevo gobierno dice que quiere arreglar este desaguisado, volvemos técnicamente a cuarenta años atrás y a repetir litigios que por rancios producen vergüenza ajena. Y eso que ya en los setenta Ivan Illich denunciaba las relaciones de dependencia que trataban de forzar los grupos ideológicos y las instituciones de poder, aconsejando "una sociedad desescolarizada". Y hoy nos envuelve el mundo virtual. Es curioso cómo algunos de los que se alarman por los resultados de PISA proponen como remedio más ideología y más sermones, sin que todos esos expertos se enteren de que el niño cederá el sitio en el autobús si ve que todos los adultos lo hacen. Cuando en el futuro, que ya está aquí, vamos a tener que elegir o aula sin muros o educación sin escuela (Fernández Enguita), el ministro Wert plantea soluciones saturadas de olor a alcanfor.

O planteaba. Porque ya no es cuestión de discusiones sutiles o eruditas. Ahora se trata al parecer de choques bravíos, de Gerión resucitado al modo de Hércules. Todo un deje de finura política, de cortesía parlamentaria, de elegancia social y de refinamiento científico. Por cierto, ¿no había un reclamo general de que en este asunto habría de llegarse a un pacto de Estado?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios