Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

De nuevo sin mascarilla

Desde ayer ya no es obligatorio salir a la calle con la cara y la nariz tapadas

Ha sido, y creo que seguirá siendo, una costumbre obligada durante los dos últimos años: salir de casa con la mascarilla puesta y con la sonrisa oculta detrás de ella; eso sí, también ha habido días que he tenido que darme la vuelta corriendo al llegar al portal y comprobar el olvido antes de poner un pie en la calle sin ella. Y ayer, repetí la operación. Bolso en la mano, chaquetón puesto y la mascarilla ya en la cara al cerrar la puerta de casa. Tal cual que me planté en la calle, con la diferencia de que ya no era obligatorio salir con la cara y la nariz tapadas. Sería por prevención, respeto, miedo o ignorancia, pero yo no me la quité como hicieron otras muchas personas. Quizás porque fuera el primer día, pero más de uno y más de dos salimos con mascarilla y puede que nos sintiéramos más protegidos de este covid-19 que ha dejado sin vida a más de 1.250 personas en Córdoba.

A esta nueva medida llegamos después de una tramitación que bien responde a los cánones de una política de sainete tan propia de España. No hay que olvidar que fue en diciembre del año pasado cuando desde la Cámara Baja decidieron imponer el uso de la mascarilla obligatoria en la calle ante el avance inexorable de la sexta ola, una medida con la que se quería intentar poner freno a ómicron. El sainete siguió en enero, con el descenso de contagios, pero a través de un decreto ley en el que, por arte de magia y, como siempre para sacar adelante la medida desde La Moncloa, se las ingeniaron para incluir también a la hora de votar sí o sí la actualización del IPC de las pensiones no contributivas, mínimas o de viudedad. Y claro, ¿quién se iba a negar a dar la conocida como paguilla a nuestros mayores?

Y en menos de un mes, el miedo al contagio en la calle ha desaparecido y podemos salir ya la mar de tranquilos porque ya estamos, casi todos, polivacunados. Y es que, de la noche a la mañana la distancia interpersonal parece que no es relevante porque los cubrebocas ya no son obligatorios en exteriores nunca. Eso sí, aún hay una excepción: los eventos multitudinarios, de los que, por cierto, no se especifica con cuántas personas lo conforman. Todo un reto cuando te encuentres en uno de ellos y no lleves el tapabocas en el bolsillo por pura lógica, las cosas como son. Y aunque la obligatoriedad en el exterior ha desaparecido, algunos las seguiremos llevando, siempre que no se nos olviden antes de salir de casa hasta que se puede estar seguro -si es que eso es posible- de que con la cara al descubierto y la sonrisa puesta no haya demasiado riesgo.

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